Muchos padres consultan en la actualidad por sus hijos hiperactivos. Son niños que manejan un alto nivel de energía, son curiosos, activos, no paran. Muchos nos preguntan cuál es la modulación esperable a cada edad. Por ejemplo un niño de 3 años es común que realice actividades continuas e ilimitadas como correr, saltar, jugar, gritar y no pueden permanecer quietos ni un rato.
Es muy difícil para los adultos no sentirse cansados y faltos de paciencia con un niño que desea hacer cosa todo el tiempo cuyos entretenimientos duran poco, nada los satisface demasiado y reclama excesiva atención del entorno.
El factor decisivo es el estado emocional del niño y su familia. Muchas veces lo que sucede en el entorno familiar condiciona la conducta que vemos reflejadas en los niños. Es importante evaluar la situación que están atravesando o los modelos parentales que tienen los niños En los diferentes espacios, escuela, hogar, actividades recreativas hay situaciones que incrementan la ansiedad y/o la angustia de los niños. El movimiento es una manera propia de la infancia para tramitar estos sentimientos.
Los papás deberían familiarizarse, estar atentos para brindarles contención y ayudarles a encontrar las herramientas necesarias para hacer frente a estas emociones. Lo primero que debemos diferenciar como papás, es si esto es inusual, es decir, que es nuevo o se produce como resultado de una situación externa transitoria. Ante esto se recomienda:
- Detectar la situación.
- Favorecer el diálogo.
- Poner palabras a los sentimientos.
- Actuar en consecuencia
Cuando los signos de la hiperactividad son frecuentes es propicio para realizar una consulta con un especialista. Algunos de los indicios son:
- Pierden su capacidad de concentrarse.
- Responde a situaciones, con conductas inapropiadas, excesivas y que denotan desborde.
- Tienen afectada la convivencia con sus compañeros.
Fuente: Momento Cero