Por lo general, los chicos dejan los pañales entre los dos y los cuatro años. El proceso lleva su tiempo, no sucede de un día para el otro porque depende de su maduración orgánica y emocional.
Cuando un niño superó la excitación de haber aprendido a caminar, cuando comienza a guardar sus juguetes en el lugar que corresponde, cuando habla en primera persona, ya se le puede comprar una pelela y comenzar a enseñarle su uso. ¿Cómo? Sin ansiedad y con mucha paciencia. Primero deberá saber para qué sirve, porque lo más común es que en lugar de sentarse la use de sombrero. Después habrá que indicarle que la pelela estará siempre en el baño. De esta manera, reconocerá que hay un lugar donde tendrá que ir cuando necesite hacer pis o caca. Una buena manera de empezar es que la mamá se siente en el inodoro e invite al chiquito a hacer lo mismo en la pelela. Comentarle que está haciendo pis e invitarlo a que la imite. Si el «milagro» se produce, los aplausos no deben faltar. El proceso de aprendizaje llevará un tiempo diferente en cada niño, porque cada niño es diferente y tiene sus tiempos.
Cuando el chico llega a los 5 años y no ha logrado controlar esfínteres, hay que estar atentos y consultar con el médico porque puede padecer de enuresis. ¿Qué es la enuresis? Se llama así a la imposibilidad que tiene un chico de controlar esfínteres más allá de esta edad.
Se puede dividir en diurna y nocturna, según el momento del día en que se produzca; y en primaria y secundaria. La primaria es cuando un chico nunca pudo dejar los pañales y la secundaria cuando, habiéndolos dejado, vuelve a mojarse. Cabe destacar que el 80 por ciento de las enuresis son primarias. Es una enfermedad con una base orgánica. Los chicos pueden controlar esfínteres cuando su organismo comienza a generar una hormona llamada antidiurética. La enuresis se resuelve por sí sola. El 15 por ciento la supera entre los 4 y 5 años y al llegar a los 15, sólo el 1 por ciento arrastra el problema. Para algunos pediatras, la enuresis es una enfermedad orgánica que no reviste demasiada importancia clínica. Incluso, algunos sugieren administrar la hormona faltante por vía nasal –en forma de spray-, un tratamiento que da resultado en más de la mitad de los casos. No se origina como un problema psicológico, sino que trae conflictos emocionales. Al chico que la padece le da vergüenza y se aísla. Comienza a rechazar las invitaciones a quedarse a dormir en la casa de sus amigos o las salidas a los campamentos.
¿Qué dicen los psicólogos?
Desde la psicología, los profesionales acuerdan en que muchos casos la enuresis es un problema orgánico, pero también afirman que hay chicos que se hacen pis encima por traumas que arrastran. Por ejemplo, es común que chicos que han controlado esfínteres, al llegar un hermanito, con la muerte de uno de sus abuelos, la enfermedad de alguno de sus padres, la falta de trabajo de ellos o cualquier otro acontecimiento que lo atemorice, dejan de hacerlo. Es la fijación en un estadio evolutivo: son chicos que tienen temor a crecer. Es como los chicos que hablan mal pudiéndolo hacer bien.
En su camino evolutivo, los chicos comienzan a controlar sus impulsos, a pensar antes de actuar, se van socializando y empiezan también a controlar su pis. Este camino no lo recorren todos a la misma velocidad. Cada uno tiene sus tiempos. De todas maneras si un niño se sigue mojando es bueno iniciar un tratamiento antes de que ingrese a primer grado. En estos tratamientos se debe trabajar con los padres en los casos de niños pequeños. Ya a partir de los 10 años se puede encarar una terapia con el chico sólo.
La importancia de la vergüenza
Aunque parezca mentira, la vergüenza, en este caso, es sana porque el chico reconoce que hacerse pis no es lo adecuado. Es más grave cuando les da lo mismo, porque no hay reconocimiento del problema y por lo tanto no hay urgencia en su solución.
Lo cierto es que una cierta marginación social de los chicos que no controlan esfínteres. En general el niño que la padece, se retrae ante la burla de sus compañeros pero también puede darse desde los adultos que los rodean. Por este motivo es necesario recurrir a la consulta lo antes posible. De esta manera los papás sólo tendrán que sortear charquitos y no necesitarán cruzar un río de dificultades.