Las redes sociales son divertidas y nos permiten contactarnos y estar al día con gente que hace años no vemos o que viven lejos. Así, nos encontramos (virtualmente, por supuesto) con primos que viven en el exterior y excompañeros a los que les habíamos perdido el rastro. Pero los adultos sabemos poner límites y tenemos recursos para saber cómo manejarnos. Los chicos, no tanto. En general, los alumnos de primaria no usan tanto el Facebook como si lo hacen los adolescentes y es a estos a los que conviene monitorear antes que controlar, para evitar que se pongan a la defensiva y terminen actuando a nuestras espaldas.
Límites claros
La relación que los chicos de secundaria entablan con sus profesores ha cambiado mucho. Es mayor la confianza y a veces hasta los tutean. Este tipo de relación afectuosa y de mayor confianza a veces puede ser malinterpretada, de diferentes maneras y en las redes sociales se pone de manifiesto.
* Muchas divisiones abren grupos cerrados en Facebook, para poder comunicarse fuera del horario de clase sobre temas vinculados al colegio. A veces los profesores y/o tutores también participan del grupo y está bien, porque hay abundante interacción. En ese caso, no hay mayor posibilidad de conductas inapropiadas de ninguna de las partes, porque el grupo nunca tiene menos de 20 participantes y lo que se publica lo ven todos. También hay profesores que arman de estos grupos cerrados para los alumnos de su materia, de modo de compartir material. Ese es un uso en el que hay consenso obre su utilidad.
* En cambio, si un profesor/a le pide amistad a un alumno/a es conveniente declinar. También a la inversa, cuando es el alumno el que busca la amistad de su profesor. ¿Para qué? La relación debe limitarse al ámbito académico. De hecho, hay instituciones donde el tema está reglamentado y los mensajes virtuales solo están permitidos a través de casillas de mail del colegio. Ciertos comentarios o propuestas pueden ser malinterpretados o ser, realmente, inapropiados.
* Pero también puede ocurrir que sean los chicos, en especial los de escuela primaria, los que se abusen de la buena disposición del docente y lo terminen consultando por una tarea un domingo a la tarde o reclamándole por una mala nota.
* Otro tanto ocurre entre los padres y los docentes y esto aplica a todos los niveles de educación. ¿Para qué queremos tener de “amiga” a la maestra del jardín o a la docente de educación física? En esos casos es muy fácil que los límites se traspasen y lo que empezó con simpatía y algún tipo de afinidad termine mal, cuando el padre reclama al docente por una nota baja o le hace un planteo por una llamada de atención. Otra vez: el ámbito de debate es el colegio, no el monitor de la computadora.
Algunas reflexiones
Las distancias se acortan y, como se dijo, han cambiado las relaciones entre las autoridades del colegio y los docentes con respecto a la familia, tanto los alumnos como los docentes. Pero llegado a un punto, es recomendable mantener una distancia prudencial, que nos permita mantener la perspectiva. A todos.
Texto: Florencia Romeo
Foto: Istockphoto.