Logró su sueño: vive en Córdoba y vuelve a Buenos Aires, de tanto en tanto, para trabajar. Pero lo que lo retiene en Villa Giardino, más precisamente, es su familia y el complejo de cabañas que levantó junto a Vanina, su mujer, y donde viven con sus dos hijos, Joaquín y Camilo. Atrás quedó su viejo barrio de Villa Urquiza, donde sus vecinos siguen extrañándolo.
Alterna años más actorales con otros donde no se lo ve por ninguna parte. El 2014 lo encuentra encabezando la nueva tira de Telefé, “Viudas e Hijos del Rock & Roll”, donde comparte cartel con Paola Barrientos, Fernán Mirás, Mex Urtizberea, Julieta Ortega, Juan Minujín y Celeste Cid. Aunque no tiene la estampa clásica, la actitud y su voz seductora lo convierten en galán, aunque nunca le gustó serlo: “hay que poner mucha energía para serlo y prefiero usarla en otras cosas”, afirma. Y lo ha hecho. Antes de la actuación realizó infinidad de trabajos y ya hace años que apuesta a su emprendimiento cordobés. Por ejemplo, estudió Biología Marina: “Cursé hasta tercer año. De chiquito quería ser primero médico, después veterinario y se ve que lo fui trasladando hacia lo lacustre… Seguramente lo elegí porque ‘me gusta irme a la miércoles’. Por eso, la profesión que tengo… porque significa estar un poquito acá otro allá. Un día soy un violador, y al siguiente un buen muchacho de familia…”.
-¿Cómo empezaste a trabajar?
-Vivía en Caballito. Limpiaba las vidrieras de la farmacia y ayudaba a las ocho y media de la mañana a bajar los cajones de fruta a Molleja, que era el verdulero del barrio. Mis viejos se separaron cuando tenía cuatro años. Mi mamá era docente y yo necesitaba mi plata. Con 10 o 12 años me daba cosa pedirle a mi vieja…..Pero, además de todo, siempre fui inquieto. No me dediqué a la actuación para tener plata y minas. Nunca me gustó picotear. Eso es un placer momentáneo, después querés que desaparezca…
-Chicas que ahora se estarán arrepintiendo…
-No, yo era muy perdedor de pendejo. Terminaba dormido en los reservados mientras escuchaba a mis amigos apretando…
-Bueno, aprovechabas para escuchar música…
-Yo soy un bailarín… me encanta. Tuve un grupito de breakdance con el que vivimos todo un verano… bailábamos en los boliches de San Bernardo y nos pagaban. Me pasaba los tres meses en Mar de Ajó porque mi abuelo fue el fundador, él puso la primera hostería. Era bárbaro. Y es lo que yo quiero para mis hijos. Uno se cría de otra manera en contacto con la naturaleza. En la ciudad aprendés a hacerte lugar a las trompadas. No me parece muy piola para los adolescentes. Pero la ciudad va a seguir existiendo.
Después del breakdance llegaría la venta: llaveros náuticos, medias, perfumes truchos…y hasta camionero de Andreani, chofer durante tres años.
-¿Cuándo llega la actuación?
-En el 89, 90, con La Tiendita del Horror. En ese entonces trabajaba para el ahora BBVA Banco Francés. Empecé como empleado raso y terminé siendo jefe de cuenta corriente de la sucursal de Lugano. Me di cuenta de que tenía que aprovechar el hecho de no tener hijos, ni nada. Era el momento para pasar hambre. Renuncié al banco y seguí buscando trabajo de actor. Fueron dos años muy duros. La Tiendita… la producía el director de la escuela donde estudiaba y cuando les pregunté cuál era mi rol, me contestaron: “una planta carnívora”. Bien, buenísimo, dije yo. Cantaba, bailaba, era un enfermo, lo disfrutaba muchísimo, me importaba tres pitos que fuera adentro de una planta.
-¿Cuándo te diste cuenta que tenías futuro como actor?
-Te das cuenta con el tiempo. Tengo más de 25 años de profesión, y empecé a relajarme cuando terminé Verdad consecuencia, a fines de los años 90, que marcó una bisagra importante en mi carrera. Tenía propuestas más concretas e interesantes. Me transformé en un actor serio…o al menos empecé a poder elegir. Elegir entre dos propuestas, claro, no veinte, seamos realistas.
-Con esa posibilidad ¿Qué influye para que aceptes?
-Un papel distinto al último que hice, quién te lo propone y el elenco. En este medio no todos son divinos ni todos tienen ganas de tener onda con vos, aunque cuando sos el protagonista un poco te doran la píldora. Esas cosas me matan, me dan asco.
-¿Te perderías un buen proyecto porque en el elenco hay gente con la que no congeniás?
-A mí no me gusta trabajar con gente amarga y paranoica, y llegando a los 40, tengo la capacidad de decidir si quiero hacerlo. De todas formas, siempre se puede llegar a un acuerdo con gente medianamente coherente a la hora de laburar, si ama lo que hace.
-¿Qué papel recordás como importante?
-El de Alejo, en “Canto Rodado”. Fue muy fuerte para mí. Cuando me dijeron que era el protagonista de la tira, le dije a mi hermano: “no voy ni en pedo, no estoy preparado para hacerlo”. Él me dijo: “dejate de joder y andá”.
Las sierras cordobesas, su lugar en el mundo
“Este lugar sale de mi necesidad de no vivir en Buenos Aires. Y cuando conocí las sierras, dije ‘acá’. Como me gusta el trato con la gente y soy consumidor de cabañas, decidí maximizar el servicio y me animé. Con Vanina participamos del diseño. Ella viajó por todo el mundo como bailarina y conoce lo que son los hoteles internacionales. Yo sé de construcciones y mi amigo, de diseñar. Anteriormente había hecho mi casa. Siempre observé. Desde chiquito, si venía el plomero a casa me quedaba mirando, y así con todo. Supongo que de inquieto que soy. Además me encanta recuperar materiales viejos…
No soy ni a palos el Alan Faena de Córdoba. Con plata es fácil hacer cosas. Yo miraba en las revistas las ofertas de inodoros, y después iba y compraba los que necesitaba. Así que a la tarde me encontraba con los 36 inodoros en la puerta de mi casa. Es todo laburo y con la guita que pusimos nosotros”. Hoy las cabañas son un emprendimiento rentable, en lo económico pero sobre todo en el alma (http://www.umbraldelsol.com.ar/).
Fotos: Diego García y gentileza De Santo.