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13 de abril, 2015

Jabones (realmente) naturales

En el rubro belleza hay mucho marketing y, a veces, la inclusión de algún ingrediente hace que un producto parezca mejor que otro. Pero no es oro todo lo que brilla. Cómo es un auténtico jabón natural.

 

Dejamos los tradicionales jabones de lado por los geles de ducha, a los que creemos más naturales y, por ende, mejores para la salud de nuestra piel. O abusamos de los jabones de glicerina, creyéndolos los más aptos para pieles sensibles. Error. No siempre es así. Igual que como hacemos con los alimentos, hay que mirar las etiquetas o, al menos, el envoltorio y fijarse bien en la composición.

Por de pronto, los jabones comunes se mantienen en perfectas condiciones sin juntar bacterias u hongos, mientras que los jabones líquidos o los geles de ducha precisan de gran cantidad de conservantes artificiales para mantenerse libres de microorganismos dañinos para la piel. Además, como la mayoría de los productos de belleza, tienen perfumes artificiales y colorantes y no son necesariamente biodegradables. Por lo tanto, aunque huela a bambú y sea transparente, ni es más suave ni mejor para la piel. De todos modos, hay que aclarar que los jabones tradicionales o estos geles no son malos, sino que los naturales son más recomendables para las pieles sensibles o los elegidos de quienes buscan productos sustentables.

En ese sentido, los jabones realmente naturales son ecofriendly y además de limpiar la piel, la tratan: la hidratan, la nutren y la alivian, además de protegerla de bacterias y radicales libres. ¿Cuál es el secreto? En su composición intervienen ingredientes botánicos, aceites vegetales esenciales naturales, puros y de alta calidad, adecuados para la piel, incluso en las más sensibles y alérgicas. Además, no dañan el medio ambiente. Lo que se dice, un producto win-win.

 

Cómo reconocer un auténtico jabón natural
No todos los jabones son iguales. Por un lado están los industriales y sintéticos, y por el otro los naturales y artesanales. ¿Cómo distinguirlos?

1. Para que un producto de belleza sea realmente natural no debe tener detergente sintético, alcohol ni perfume.

2. En su composición tampoco deben incluir grasa animal o aceites de origen animal, como son los de castor o ricino. Lo ideal es que sean aceites vegetales y, en lo posible, esenciales. Los aceites animales pueden provocar reacciones alérgicas.

3. Atención con la glicerina: tiene que ser 100% natural, no sintética, para que humecte y proteja la piel. La glicerina sintética reseca la piel y la vuelve vulnerable a las reacciones alérgicas.

4. Esto no se lo vas a ver en las etiquetas, pero podés intentar interiorizarte en cómo se fabrican los jabones que usás. Lo ideal es que estén elaborados en forma artesanal y completamente en frío, lo que supone no calentar los aceites vegetales por encima de los 50 oC. Lo cierto es que en los procesos industriales se los calienta a más de 200 oC y de esa manera los aceites vegetales pierden sus propiedades por el calor excesivo y, en consecuencia, ya no son eficaces.

5. El auténtico jabón natural tiene varias semanas de estacionamiento. Esto impide la aceleración de los procesos y la fabricación en gran escala, que es la base de la producción industrial. Y sí… lo bueno cuesta.