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4 de junio, 2016

Mariana Cortés: “Hago ropa para estar bien y cómoda todo el tiempo”

La creadora de Juana de Arco, una marca de indumentaria que llegó hata Japón y Estados Unidos, comenzó con unos retazos pero nunca se puso techo. Los pasos de un proyecto armonioso y sustentable.

 

Mariana Cortés (43) es la creadora de la marca Juana de Arco, que el 18 de mayo de este año cumplió 18 años de vida y por eso viajó a Japón para soplar allá las velitas. Porque es hasta allá, hasta un mundo tan lejano, hasta donde ella llegó con sus creaciones.
Estudió diseño de indumentaria en la UBA. “Esto fue hace veinte años –nos cuenta– y en ese tiempo los diseñadores no teníamos mucha cabida en el mundo de la industria textil, así que pensé en hacer mi propia línea, para lo que empecé a estudiar moldería”, cuenta la diseñadora, que desde el colegio mostró sus dotes de emprendedora, pero comenzó su emprendimiento Juana de Arco a los 25 años.

–¿Cuál fue tu primera prenda?
–Lo primero que hice fueron bikinis. Cuando terminé la facultad me fui como cuatro meses a Europa y cuando volví era octubre, así que me puse a hacer un curso de moldería, me fui al Once y busqué lycras diferentes y fui haciendo patchwork para hacerlo con recortes. Durante tres años hice bikinis y luego comencé a tejer. En el verano hacía bikinis y en el invierno hacía tejer a dos agujas y con máquina knitax. Buscaba remanentes de muestras de lanas. Usaba mucho lurex para tejer, que no estaba de moda, pero hacía la diferencia. Todo lo hacía de boca en boca, iba a ferias…  Así fui dando los primeros pasos.

–¿Y Juana cuándo llega?
Busqué un local en Palermo, cuando todavía este Palermo Soho no existía. Fue un proyecto a mi medida. Lo que sí reconozco es que en ese momento capté lo que venía. Lo puedo decir ahora, pero tengo esa sensación de haber captado que luego este barrio, que me hacía acordar a mi pueblo en ese momento, se iba a transformar en un polo comercial importante como lo es hoy.  Lo mismo sucedió con esto de hacer modelos únicos y más personalizados, de no uniformarnos.

–Hoy la customización es tendencia…
–La customizacion de la alta costura ha pasado ahora al sport y las prendas se personalizan y comienzan también a tener que ver con la comodidad, el deporte y la buena vida.  Nada que ver con lo estructurado de la alta costura. Para mí, la elección se asocia ahora con el viajar y el ser libre. La idea hoy es ser ciudadano del mundo,  ser protagonista y anónimo a la vez, camuflarte o no, según decidas… Nuestro criterio es además hacer ropa que se adapte a todas las actividades del día, desde pasear en bicicleta hasta hacer una clase de yoga.  La idea es que mi inspiración realmente sea una práctica y  no solo una inspiración. Yo creo esta ropa realmente para estar bien y cómoda todo el tiempo, haga lo que haga.

–Tu ropa es atemporal, en cuanto a la estación y en cuanto a la edad…
Sí, claro, tengo muchas clientas que son madres o suegras. Ya pasaron por todas las modas y con las prendas de Juana se identifican porque pueden encontrar una que es única y es para ellas.

–¿Cuál es el secreto para lograr este resultado?
–Es que yo creo una única estampa para toda una cantidad de tela, que es la misma estampa, pero una sola, por lo que cada prenda está realizada con una parte de esa estampa, que es la misma y es diferente. Por eso no hay dos prendas iguales.  Yo elijo el color de la tela y los tonos de la estampa y hago realizar esa tela con esa única estampa. Es un proceso largo y eso hace que esa prenda sea única. Mis estampas son historias, por eso al cortar la tela, queda en ella parte de la historia, pero cada dibujo va a caer diferente en la prenda., aunque te parezca que la estampa es igual.

–¿Cada cuanto haces una colección?
–Cada seis meses y hago como mínimo diez estampas por colección. Hago por ejemplo seis en serigrafía y cuatro digitales. Pero no siempre es igual, depende de mi inspiración.

–¿Y en la última cómo te inspiraste?
–En la última me inspiré en la Juana de Arco original, heroína, militar y santa y por eso en esta colección aparece mucho la flor de lis que es un símbolo de la realeza francesa. Es un motivo muy clásico, y mis cortes son también clásicos. Yo me considero muy clásica, pero lo que hago es armar una colección desde otro punto de vista.

–¿Tiene tu empendimiento una veta ecológica?
–Sí en este punto, lo que aprendí es a utilizar no solo la tela, también los recortes. Nada se descarta. Todo se usa. Con los recortes de remeras empecé a hacer ropa interior. Yo repartía lo que sobraba y las mismas costureras me devolvían sus creaciones hechas con los recortes que yo tenía y les daba para que reciclaran.  También con este criterio hice bijouterie de tela, unas alfombritas que se hacen con recortes y que tomé de un viaje a Brasil, en 2001, cuando había una crisis terrible, y era importante reciclar todo. También realicé muñecos con recortes.  En esa época todos me pedían trabajo y yo fui armando cosas con el feedback de lo que iba pasando.

–Es muy creativo, y en eso de aprovechar los retazos podemos decir que fuiste pionera….
–Sí, es un reuso del material.

–¿Seguís tendencias en la moda?
–No me interesa hacerlo, pero por ejemplo tomo tres tendencias, las incluyo y no necesito más. Las hago porque las capto, porque las necesito. Pero yo me guío por la práctica de lo que yo uso y lo que usa mi contexto y voy haciendo. Y por ahí hay olas, como este año, donde propongo algo un poquito más avanzado y veo hasta dónde puedo llevar a las clientas. Por ejemplo, elijo algo que sé que a cincuenta clientas les va a gustar, pero que detrás de ellas hay otras ciento cincuenta que van a dudar, entonces hago menos prendas de esa que de las otras que sé que todas van a querer.

–En eso también está la sustentabilidad del negocio. Porque una colección no muere en una temporada, se reusa en las siguientes…
–Yo no sufro el frenesí de lo que la gente piensa que es la moda. Yo soy muy tranquila.

Hoy tiene 43 años, dos hijos de 3 y 5 años y un marido que se llama Juan y que es su socio. “Juan, Juan de Arco podríamos decir –ríe Mariana– se dedica a la administración y el marketing y yo más a la creación, a la estética. Hace 7 años que trabajamos juntos, –cuenta Mariana–,  pero antes siempre tuve alguien que me organice. Siempre fui consciente de que el diseñador necesita alguien como administrador. Nunca dudé en invertir en eso. Porque necesitaba alguien que me ayudara a poner precios, cobrarle a la gente. O por ahí guardaba prendas porque no las quería vender.  Luego, empecé a ver que lo importante era que la gente circulara con la prenda, que así el proceso se cerraba y tenía un sentido”.

–¿Juana de Arco te demanda mucho tiempo o te da libertad para atender la familia?
–Me da libertad. Trabajo todos los días hasta la una de la tarde. Y en general, tengo mi tiempo para estar con mis hijos, ir al médico con ellos, ir a buscarlos al colegio. Y también hago yoga tres veces por semana, en horarios distintos que los voy cubriendo según las necesidades. Por ahí voy a la mañana bien temprano, casi seguro. Eso me hace bien porque siento que ya estoy en función. Y muchas cosas las manejo por whatsapp. Soy muy concreta y si bien voy abriendo cosas, pero siempre cerrando otras, siempre con una lista de cosas por día para cumplir.

–¿Tenés alguna anécdota especial que recuerdes?
–Sí, cuando le puse alas a unas remeras que no se vendían. ¡Tenían que volar! ¡Y les puse alas y todos venías a buscar las remeras con alas! Mis amigas iban a bailar con esas remeras… Y hacía un par de alas por día. Entonces venían al negocio y las pedían de otro color o de otra forma y les decía, ‘no… este es el ángel de hoy, todos son diferentes y este es el que te toca a vos hoy’. Y bueno, lo aceptaban…

–¿Por qué elegiste el nombre Juana de Arco?
–Yo quería ponerle el nombre de una mujer. No quería poner el mío para no quemarme porque no sabía qué iba a hacer. Volvía de Arribeños en una combi y se me cruzó el nombre Juana de Arco, y lo busqué y me gustó que fuera francesa, que fuera la primera mujer que se puso pantalones, y el personaje no tenía una estética definida, lo que me resultaba más conveniente porque yo no tenía que someterme de algún modo a una estética determinada. Además en mi familia hay como cinco Juanas, mi mamá, mi abuela, una tía, mi hija, que se llama Ami Juana. Y así bauticé mi empresa como Juana de Arco.

Y así, Juana de Arco en 18 años se transformó en una empresa que crece sin grandes esfuerzos, que se adapta a los tiempos, que crea fuentes de trabajo como los talleres para imprimir la tela, que reusa material como cada recorte, y que crea con lo que tiene. Lo que ha transformado a este emprendimiento en una empresa sustentable.

 

Texto: Silvia Fittipaldi.
Fotos: Carlos Alfano.