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27 de abril, 2018

Las personas más felices son las que… ¡Tienen amigos!

Así lo revela un reciente estudio de la Universidad de Harvard que dice que la amistad activa neurotransmisores que generan positivismo, previenen la ansiedad y la depresión.

 

Robert Waldinger, psiquiatra y psicoanalista estadounidense, monje zen y profesor en la Universidad de Harvard, ha venido insistiendo mucho en los últimos años que las buenas relaciones nos hacen más felices y saludables. Y además de proteger el cuerpo, protegen el cerebro.

Muchas investigaciones han comprobado que los amigos no solo mejoran la salud, incentivan la memoria y prolongan la vida, sino que funcionan como terapia antienvejecimiento. Pero el punto no está en la cantidad sino en la calidad de los amigos y en el tipo de relaciones.

Amistad y cerebro

Pero ¿qué es la amistad? ¿A partir de cuándo se puede decir que alguien es un amigo? El proceso de la amistad necesita básicamente tiempo. Hay un desarrollo latente mientras llega el reconocimiento de una verdadera amistad y se desarrolla con base en las experiencias empáticas, que requieren maduración y tiempo. El cerebro no solo tiene funciones motoras, también otras más complejas que son las espirituales y emocionales, y la amistad se basa en un proceso emocional que tiene que ver con los sentimientos y la razón, explican los neurólogos.

Según el científico inglés Charles Percy Snow, la parte orbitofrontal -que se encuentra sobre los ojos, dentro del lóbulo frontal- juega un papel importante en la comprensión de las circunstancias y situaciones que rodean al ser humano tanto en animales como en el ser humano. Porque es la que identifica recompensas y amenazas –dice el científico–. Pero la diferencia es que el ser humano también entiende conceptos abstractos, como la amistad, y la inteligencia juega un papel clave en esto.

Las funciones mentales y superiores pasan por el lóbulo parieto-temporal y frontal, donde están las áreas de comunicación y lenguaje. Y es en la amígdala del cerebro donde se lleva a cabo todo lo que tiene que ver con la memoria, las funciones ejecutivas y las temporo-espaciales que traen los recuerdos, agradables o no.

El cerebro, dicen los científicos, también mide los límites de interacción humana y tiene una capacidad propia de comunicarse, que es a través de sinapsis o aproximación intercelular –redes neuronales– y por la forma en que esas neuronas se conectan es cómo se genera la verdadera amistad. Las amistades se crean a través de las afinidades de una persona con otra: el cerebro tiene sus mecanismos y la habilidad de desarrollar sus gustos y va creando una red neuronal de empatía con el otro.

Pero la pregunta central es por qué tener amigos nos hace más felices: con buenos amigos, dicen los psicólogos, el cerebro se mantiene en forma y activa circuitos de placer. Las amistades verdaderas generan salud porque sacan lo mejor de la persona: activan los neurotransmisores del cerebro: a través de la alegría y la risa funcionan la noradrenalina, relacionada con las sorpresas y lo novedoso; serotonina, relacionada con placer, saciedad y tranquilidad; dopamina, con motivación, creatividad, bienestar y logros; y la oxitocina, hormona de los vínculos emocionales y endorfinas, útiles para controlar estrés, ansiedad y mejorar el estado de ánimo. Está comprobado además que las personas que tienen amigos generan menos cortisol, que es clave para regular la respuesta hormonal al estrés.

Amigos no son contactos de Facebook

Que se llame amigos a los contactos de Facebook no quiere decir que sean amigos. De acuerdo con el antropólogo y biólogo británico Robin Ian MacDonald Dunbar, los amigos íntimos generalmente no van más allá de los 5; y apenas unos 10 podrían ser llamados cercanos, en tanto amigos sin más quizás sean unos 30 por persona. Basado en estudios permanentes sobre el tema, el investigador asegura que si bien la red de amigos de una persona aumenta con sus contactos en internet, la de sus mejores amigos, la de sus verdaderos amigos, no cambia esencialmente.

CONSEJOS

– Por lo menos dos veces por semana reunirse con amigos para conversar, salir y compartir momentos.
– Organizar un evento al mes para cocinar, bailar o hacer deporte con los amigos más cercanos.
– Celebrar fechas especiales.
– Planear salidas, donde se puedan compartir espacios nuevos y distintos con los amigos.
– Integrar al núcleo familiar con los amigos.
– No aislarse ante alguna situación difícil y contar con los amigos para que nos acompañen.
– Celebrar los triunfos de los amigos.
– Abrazarlos.Fuente:
Harvard / El Tiempo.