La Dermatitis Atópica es una enfermedad inflamatoria crónica de la piel que afecta a niños en todo el mundo. Es una afección común de la piel, que normalmente aparece alrededor de los 3 meses de vida, pero también se puede desarrollar a una edad más temprana. Los niños que padecen esta afección experimentan picazón intensa, sequedad extrema, piel agrietada y frecuentemente infectada.
Es generada por un desbalance del microbioma de la piel, que es el conjunto de microorganismos que viven en ella y la protegen. Cuando está balanceado, la barrera de la piel está protegida. En la piel atópica, el microbioma se encuentra desbalanceado y su barrera, alterada. Esto permite la penetración de alérgenos irritantes que provocan inflamación y picazón. Como acto reflejo, uno tiende a rascarse para aliviar la molestia, pero la barrera de la piel se sigue dañando, agravando la lesión. Así se repite el círculo vicioso de la atopía.
Restaurar la barrera de la piel no es suficiente, el microbioma debe ser re balanceado para espaciar los brotes de sequedad severa y picazón. Durante los brotes de dermatitis, los dermatólogos generalmente prescriben cremas o pomadas que contienen corticoides. Estos ayudan a tratar las lesiones tan pronto como aparecen. En cuanto desaparecen las lesiones ocasionadas por la dermatitis, la crema con corticoide debe reemplazarse por una emoliente.
No sólo es importante tratar la enfermedad, si no prevenir. Si uno de los padres de un niño tiene Dermatitis Atópica, o cualquiera de las otras enfermedades atópicas, la probabilidad de que el niño tenga uno o más de estas enfermedades es de 50%. Si ambos padres son atópicos, la probabilidad de que el niño tenga Dermatitis Atópica es aún mayor. La aplicación de un emoliente en las primeras 3 semanas de vida reduce en un 50% el riesgo de desarrollar Dermatitis Atópica en niños de alto riesgo*.
Fuente: Lipikar La Roche Posay.