El proyecto, a cargo del estudio Ferroni Arquitectos (www.ferroniarquitectos.com.ar) se realizó bajo condicionantes muy marcados del terreno ya que, además de tratarse de una fracción de forma triangular, presentaba un desnivel entre el fondo y frente, de más de dos metros.
La vista al río determinó el diseño general, priorizando que todos los espacios jerárquicos de la casa – recepción, área de galerías, terrazas, pileta, deck, family, dormitorios y suite principal- aprovecharan esa mirada.
La vivienda fue resuelta mediante un rico juego de volúmenes, que van acompañando los niveles naturales del médano y descendiendo hacia la base del terreno.
El acceso principal de la casa se realizó a través de escalinatas, que llevan al portal de entrada que es de madera. Muros de piedra, escalones de cemento alisado y un espejo de agua, acentúan la importancia de este recorrido.
El muro de piedra que rodea la fachada al río, es usado como barrera de contención del médano y va configurando volúmenes que envuelven accesos, terrazas y pileta. El color gris cemento de los muros armoniza con la piedra y con los techos de chapa natural, sin pintar.
El programa de necesidades que los propietarios transmitieron a los arquitectos, entre otras cosas, debía contemplar la versatilidad de uso, ya que la casa podía estar habitada sólo por ellos o acompañados por visitas y familiares. Entonces, una de las premisas que se fijaron, fue sectorizar los servicios (calefacción, etc.) y disponer así de un área funcionalmente autónoma, que incluyese la suite principal, recepción y cocina, diferenciada de los cuartos de huéspedes, hijos y nietos. Acentuando esta independencia, dos de los tres dormitorios fueron dotados de un pequeño office.
En función de lo anteriormente mencionado, trasponiendo el portal de acceso, se encuentra un hall de distribución que deriva, ya sea hacia el cuerpo principal de la casa o hacia los dormitorios de familiares y huéspedes.
Un gran hogar con respaldo realizado en cristal transparente a prueba de fuego, divide la recepción de una circulación totalmente vidriada, con vistas al bosque a través de un patio seco, configurado por la volumetría de la casa. Living y comedor están orientados hacia las mejores vistas y se integran con la galería y terrazas.
La suite principal, ubicada en planta alta, tiene generosas dimensiones y goza del río a través de grandes ventanales. El baño, ubicado tras el respaldo de la cama, tiene una espectacular vista hacia el pinar e integra, mediante dos puertas corredizas, la zona de hidromasaje y bachas, con la habitación. En ámbitos separados se ubicó la zona de WC y bidet, como así también la de ducha. Dos vestidores independientes completan la suite.
La cocina posee amplias ventanas que dan al bosque y una puerta que permite salida y visuales hacia el patio seco.»
Una decisión acertada
por Elsa Seveso
“Soy una enamorada de Carmelo, un pueblo cuyos habitantes encontraron en el turismo una fuente de trabajo. Son muchos los argentinos que ya viven en esta pequeña ciudad histórica: aquí hay paz, vida social, mucha juventud y para mí, una nueva propuesta de vida. Hago planes y cuando mis viajes lo permiten, cumplo con sueños pendientes como leer, pintar y escribir. Cuando era chica veraneaba en Esquina, Corrientes y me gusta el campo y el río. La construcción de la casa demoró dos años pero valió la pena. Tengo una cocina escenográfica, una parrilla para asados y el tradicional horno de barro. Somos un familión y nos encanta recibir amigos. Por dentro la casa es blanca, con vistas inmejorables al bosque y al río. Hay una fuente de agua inspirada en el Feng-Shui, que da la bienvenida junto a la puerta principal. En el deck pusimos grandes camastros junto a la piscina azul oscuro con desbordes; la huerta y el paisajismo fueron dirigidos por Jorge Da Costa Leites. El Faro –la urbanización donde está mi casa-chacra- me hace sentir como en La Toscana. Mi amiga y decoradora Roxana Punta Alvarez me acompañó en la definición del estilo. Yo había hecho un viaje a África y la Isla Mauritius y me atreví a comprar muebles y objetos, que son los que hoy le dan identidad a la casa. Aunque soy una mujer urbana, vivo en Recoleta y trabajo mucho, cada vez que puedo me escapo a Carmelo y me deleito con sus puestas de sol”.