El tiempo avanza y, con él, la tecnología. Por eso, los videojuegos muchas veces ya no implican que los chicos se queden quietos frente a una pantalla sin moverse durante horas. Hoy en día, existen también nuevas formas de jugar, y eso ayuda a que abran su espacio de conocimiento y desarrollen su aprendizaje. Ya lo asegura un estudio de la Universidad de Curtin, en Perth, Australia, que llegó a la conclusión de que una nueva generación de videojuegos «activos» sirven de ligero estímulo a los niveles de actividad física de los chicos en su casa. Por eso, como todo, la solución está en el límite. No es que los chicos no pueden jugar con los videojuegos, sino que, como papás, debemos controlar el tiempo que pasan frente a ellos, y saber a qué juegan, entre otras recomendaciones, que explicaremos a continuación.
Saber elegir
“Los videojuegos interactivos electrónicos pueden constituirse en buenos recursos para el aprendizaje y el entretenimiento. Pero como con cualquier otra actividad pensada para niños, siempre deben ponderarse los beneficios y eventuales riesgos, considerando la edad, el contexto social y las necesidades madurativas y psicoemocionales”, indica el Dr. Mario Elmo, Secretario Consultor del Comité Nacional de Pediatría Ambulatoria de la Sociedad Argentina de Pediatría. Entonces, que estén de moda, o que “todos” los utilicen, no son los criterios que deben prevalecer a la hora de dejarlos elegir un juego. “En este aspecto, el contenido de los juegos entonces sí, empieza a ser un criterio selectivo por su disponibilidad y alcance según edades y períodos madurativos”, afirma el profesional, y asegura que como cualquier otra actividad de aprendizaje y entretenimiento, hay que cuidar que éstos sean portadores de valores socialmente sustentables y respeten el interés superior de los Derechos de los niños.
Padres e hijos
Sin darnos cuenta, en ese control de contenidos que realizamos los papás cada vez que nuestros hijos nos piden experimentar un nuevo videojuego, podemos fortalecer de a poco nuestro vínculo con ellos. Por eso, como indica la psicóloga Alicia Ratner, no es bueno dejar a los chicos solos frente a la pantalla (ya sea de la TV como de la computadora o de cualquier otro implemento que permita jugar) para que queden meramente como espectadores, y sí hay que disponerse a generar un espacio de intercambio entre padres e hijos, utilizando el instrumento electrónico como un medio para ello. Además, la licenciada manifiesta que es necesaria la observación de los papás, que opinen, comenten, participen y ayuden a la elaboración de las distintas cuestiones que allí sucedan. “De ese modo, acompañamos el crecimiento de los chicos y la formación de su personalidad. Perder, ganar, aguantarnos la bronca y volver a empezar… Ser más valientes de lo que somos normalmente, son muchas situaciones por aprender, que el juego nos permite”.
Con amigos
Y no sólo fortalecen los vínculos entre padres e hijos. Sin dudas los videojuegos permiten también a los chicos, relacionarse más con sus pares: “El hecho de comentar los avatares del juego, en momentos reales como la hora del recreo, o virtuales, como en los chats, permiten integrar opiniones, gustos y hasta colaboración para `avanzar niveles´”, sostiene Ratner, mientras Elmo asegura: “Les da la posibilidad de compartir con amigos y compañeros actividades e intereses en común. El conocimiento y dominio de los mismos facilita la integración e identificación con sus pares”.
Cuerpos en movimiento
Como dijimos anteriormente, no siempre los videojuegos implican sedentarismo absoluto. Eso también va a depender de los padres. Como manifiesta la psicóloga, “deben ser ubicados dentro de un menú de opciones que incluya diferentes tipos de juegos, que permitan la experiencia física del movimiento y el desplazamiento en el espacio, la manipulación de objetos reales y las posibilidades que éstos permitan, lo que generará una serie de conocimientos y saberes prácticos que las pantallas evocan, pero no reemplazan en la memoria de los chicos, sobre todo cuando esa experiencia no existe en la vida real”. Y esta práctica no sólo puede generar más movimientos, sino que también, al incluir el uso simultáneo de las manos y la vista, pueden beneficiar el desarrollo de la coordinación. “El videojuego puede constituir un aspecto favorable en los chicos, dada la relación inmediata positiva que se establece con el accionar de sus manos y el efecto en la pantalla, lo que permite ajustar movimientos y coordinación temporal”, afirma el pediatra. Eso sí, aclara que el componente espacial de la coordinación se limita, dado que el efecto se realiza sobre la pantalla. “No es lo mismo la coordinación visoespacial de todo el cuerpo para, por ejemplo, recibir, sentir, el contacto y retener una pelota que viene de un determinado lugar y a una determinada velocidad, que coordinar sólo las manos en un cuerpo que no es el propio, con nula percepción del contacto y en un plano bidimensional”.
Aprender jugando
Como dice Ratner, “toda actividad que se les proponga a los chicos genera aprendizajes”. Por eso, teniendo en cuenta las pautas básicas de control, los videojuegos no tienen por qué ser perjudiciales para los chicos. “Son divertidos, a los niños les gusta mucho jugar con ellos, hay un componente placentero que valida esta actividad y además es una manera lúdica de conectarse y lograr progresivamente el dominio de la tecnología electrónica e informática, que constituye una herramienta fundamental para el desarrollo presente y futuro de la sociedad”, asegura el médico, y sostiene: “Del mismo modo, los videojuegos como herramienta educativa y con programas que persiguen tal fin, pueden constituirse como un nexo muy útil y favorable para el aprendizaje, vinculando lo lúdico y atractivo con el conocimiento, de allí que tanto sus contenidos como la manera de su utilización definen el valor del videojuego y no sólo éste por si mismo”.
Para papás
El Dr. Mario Elmo y la Lic. Alicia Ratner recomiendan:
– Además de jugar por jugar con nuestros hijos, hay que estar disponibles y abiertos a recibir lo que los chicos quieran plantear en ese tiempo de distensión e intercambio libre no tan pautado.
– Limitar el tiempo de exposición a las pantallas y proponer otras actividades de juegos y entretenimientos no virtuales.
– Conocer y controlar los contenidos de los mismos.
– No dejarlos solos frente a la pantalla. Generar un espacio de intercambio utilizando el instrumento electrónico como medio.
– Dialogar con los niños sobre cómo usaron y disfrutaron del videojuego, como con cualquier otra actividad que realicen.
– No instalarlos en el dormitorio de los niños. No utilizar videojuegos en las últimas horas del día, menos aún inmediatamente antes de dormir. Alteran el sueño y generan irritabilidad y distracción.
– Las claves de acceso a internet siempre deben ser conocidas por toda la familia.
Texto: Paula Matheu.
Fotos: Istockphoto
Asesoraromiento: Lic. Alicia Ratner, psicóloga y Dr. Mario Elmo, Secretario Consultor del Comité Nacional de Pediatría Ambulatoria de la Sociedad Argentina de Pediatría.