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23 de septiembre, 2013

Minimalismo al cubo para lucir el arte

En Santa María de Tigre, el talentoso y reconocido arquitecto Alberto Carbi diseñó una casa que combina sobriedad, sencillez y audacia. Detalle de una obra singular que no le tiene miedo al color y las formas.

 

A sólo 40 minutos del centro de Buenos Aires, en Santa María de Tigre, el arquitecto Alberto Carbi, profesional argentino que vive en Brasil, diseñó una casa en una sola planta para su madre, coleccionista de arte. El centro de la casa es un enorme cubo de vidrio y doble altura en el que se desarrolla todo el área social. En ambos costados, dentro de cuerpos más bajos, encuentran ubicación el dormitorio principal, por un lado, y el de huéspedes, la cocina y el lavadero, por el otro. Casi simétrica cuando se la ve desde el jardín, la composición arroja una imagen de severo corte moderno clasicista. Pero, desde el frente, ese clima se revierte totalmente por el juego desprejuiciado de planos y colores.

El arquitecto Carbi, de larga y aquilatada trayectoria en Río de Janeiro, sostiene que la casa parte de dos premisas que componen lo que él llama brutal minimalismo. “En esta obra, los diferentes planos mantienen el menor contacto posible entre sí y esa individualidad es contrariada y acentuada por un acorde disonante en el uso de los colores que vincula cada plano de acuerdo a su posición relativa con el sol”. El estilo que proclama Carbi genera una composición fluida y moderna. Paredes y techos están en constante tensión e inestabilidad visual, situación proporcionada por la distancia que los separa en contra de todas las leyes de la física. Los nexos entre estos planos son superficies vidriadas que resultan casi invisibles, neutras desde el punto de vista estético.

El color está distribuido en las paredes siguiendo el camino del sol: comienza al este con un color cálido que va pasando del amarillo al rojo y al naranja hasta llegar al lado sur, dónde nunca da el sol y dominan los tonos fríos. Cada pared tiene su propio color de manera que este se convierte en su esencia. El tono domina el muro tanto en el exterior como en el interior, de manera que, aunque el blanco gobierna la casa puertas adentro, los toques cromáticos se hacen sentir en cada rincón.

Carbi llama a esta casa brutalista porque el sistema de planos que atraviesan los límites horizontales y verticales y el uso del color se asemeja a algunas obras arquitectónicas de los años 50, cuando el brutalismo hacía furor en el mundo. Pero, para este reconocido arquitecto y profesor universitario, el hecho de que toda la obra pueda ser comprendida por ese concepto le confiere un carácter minimalista.

La decoración estuvo a cargo de Luz Carbi, dueña de la casa, y del diseñador de interiores Alfred Fellinger. La elección de los muebles tuvo en cuenta el carácter contemporáneo de la vivienda y la gran colección de arte que acapara lugares estratégicos del proyecto. Esculturas exquisitamente iluminadas y pinturas que aportan color y creatividad en el living comedor. Estas obras de arte se explayan a sus anchas en un interior armónico y engamado.

 

Un creador completo

En la casa que diseñó para su madre, sobre el sofá del living, un díptico de Alberto Carbi da cuenta de su perfil artístico. En ese plan, desde su primera exposición individual en 1984, Carbi atesora premios como la Medalla de Oro del Salón de Arte Contemporáneo de Lisboa, el Prix Cration del Musee du Louxembourg en París,y el Premio Especial de la Organización de estados Americanos en Buenos Aires. Actualmente, Carbi concentra sus actividades en Río de Janeiro donde, juntamente con sus actividades como arquitecto, es profesor de proyecto en la Universidad Estacio de Sá. Además, es consultor de importantes empresas de diseño y especialista en tendencias de diseño.

 

Proyecto y dirección: Alberto Carbi

Fotos: Ariel Gutraich