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22 de enero, 2014

“Siempre necesito saber dónde está la puerta de salida”

De temporada en Mar del Plata con la obra El placard, el actor habla de su salto de la psiquiatría a la actuación y la curiosidad que esto despierta en el público. Brillante en cine, teatro y televisión, confiesa alguna pequeña obsesión y su gusto por el espíritu deportivo.

 

Es dueño de una amplia trayectoria, a pesar de haber descubierto su vocación por la actuación cuando ya era un adulto y no durante la adolescencia, como suele suceder. Diego Peretti estudió Medicina, se especializó en Psiquiatría y, cuando ya estaba ejerciendo, inició un curso de teatro con Raúl Serrano que lo hizo, finalmente, colgar el ambo de médico. Con Poliladron dio el gran salto. Luego vinieron Campeones, Culpables, El hombre que volvió de la muerte y En terapia –entre otros–, en televisión; así como reconocidos trabajos en cine y teatro. “La gente siempre me pregunta acerca de mi pasado como médico… ¡Ah! Y también por Los simuladores”, reconoce el actor.
–¿Es verdad que Los simuladores vuelven pero a la pantalla grande?
–Es la idea. Pero si así fuera, será para 2015. Todavía no hay nada cerrado, aunque las ganas están.
–¿Por qué creés que llama tanto la atención que hayas ejercido como psiquiatra?
–Ser médico y después especializarse en psiquiatría es como un bodoque  de estudio y dedicación muy grande para después cambiar de camino. Por eso creo que despierta cierto interés; especialmente en la gente que, por ahí, está cansada o no le gusta su trabajo y tiene la fantasía o el deseo de cambiar. La gente pone el oído y quiere saber qué me pasó. Además, tuve la suerte de que, cuando empecé, me di cuenta por la mirada de mi profesor de teatro Raúl Serrano y mis compañeros de que servía para esto. Y ese reconocimiento te ayuda a dar un paso más. Tuve mucha suerte. Para pasar al profesionalismo, me ayudó el chueco Suar.
–¿Considerás que mucha gente hace lo que no le gusta?
–Sí. Muchos están atorados, no es que no quieran hacerlo, que no sean valientes. La vida te lleva a que tenés que darle de comer a tus hijos, viajar en colectivo… Cuando cambié de rubro estaba soltero, vivía en un monoambiente, liviano, dormía cuatro horas y no tenía que mantener a nadie.
–Vos que sabés, ¿te reconocés algún TOC u obsesión?
–Soy la persona más normal del planeta. Por ahí, para estar cómodo en un lugar, necesito saber donde está la puerta de salida, sino me empiezo a poner un poco neura. Y pensándolo bien, tengo tres papeles de psicólogo. Uno es en Tiempo de Valientes, la película de Damián Szifrón, otro en Locas de Amor –el unitario de Pol-Ka donde también trabajaron Leticia Brédice, Julieta Díaz y Soledad Villamil– y ahora en En terapia. Son tres veces que se resignifican mucho más, por el hecho de que el público sabe que tuve que ver con el mundo psi.
–También sos muy deportista, ¿no?
–Sí, disfruto mucho del deporte. Vengo al teatro en bicicleta, soy muy futbolero, aunque ahora ya no, porque de tanto jugar tengo la rodilla rotísima. Desde chiquito que practico deportes.
–Estás protagonizando la obra teatral El placard, de temporada en Mar del Plata. ¿En qué oportunidad sentiste que salías del placard?
–Bueno, justamente cuando dejé la psiquiatría. La actuación me gustaba pero nunca pensé que podría hacerlo y acá estoy. Animarse fue, como habla la obra, salir del placard. En la obra se hace referencia a la inclinación sexual, pero es válido para cualquier persona que tenga que liberarse de tapujos y prejuicios.
–¿Aún sentís nervios antes de salir a escena?
–Sí. El estado de un actor nunca debería ser natural antes de salir a escena. No es que te vas a juntar a cenar con amigos. Hay veces que estás más relajado que otras, pero nunca es como si nada fuese a pasar.

 

Texto: Geraldine Palmiero.