La llamada llegó mientras la globa naranja todavía rebotaba con pericia sobre el parquet. Y desde el lugar menos pensado: Suban el volumen, estrenada en la Argentina en 1990, cuenta la historia de un estudiante secundario introvertido que tiene una radio clandestina en su casa, y es mediante ella como mejor puede expresar sus opiniones o sus gustos musicales. Cuando la vio, a Fabricio Oberto, entonces un basquetbolista de elite, pieza fundamental y silenciosa de la Generación Dorada de este deporte, se le abrió un mundo nuevo. “El pibe de la película decía lo que quería, ponía su música… Y surgió la idea. Tardé un par de años en armarme mi equipito y averiguar cómo transmitir. Al principio fue un trabajo a prueba y error”, cuenta el ex pivot, oriundo de Las Varillas, Córdoba, de 39 años. Ese fue el origen que luego se transformó en su envío De todo, menos básquet, a través de la web, y que hoy lo depositó en un lugar impensado: tras el punto final de su carrera bajo el aro, Fabri se reveló como un avezado animador, tanto radial como de televisión. En TyC Sports condujo Lado Oberto, su ciclo de entrevistas. Y, en la FM Vorterix, los sábados hace Bestias Mediterráneas. Un multimedio en envase de 208 centímetros. Y vocacional… “Con ‘De todo, menos básquet’ aprendí a ser productor, operador, conductor; todo. La época en la que más hice el programa fue cuando estaba en Washington. Un día, hacía 15 grados bajo cero. Arranqué a transmitir a las tres de la tarde y se hicieron las 12 de la noche y ni me di cuenta, yo seguía… Cada tanto todavía lo hago, cuando puedo. Y si hay algún conocido conectado al Skype, como Manu (Ginóbili), lo engancho”, justifica su otra gran pasión que, como ocurrió con el baloncesto, terminó mutando en un trabajo que desarrolla a gusto.
Todo cambia
-¿Y cómo te sentís ahora que la tarea se transformó en profesional?
-La idea es ir encontrando el estilo, continuar aprendiendo. Yo me siento más un conductor alternativo que un conductor hecho y derecho, o un periodista. Cuando me toca realizar entrevistas, la intención, en realidad, es que sean más bien charlas amenas, que el personaje pueda salir del “aurismo” y esté ahí, conmigo, contando cosas, nada más.
-Pero el hecho de la cercanía, y que te conozcan, abre puertas. ¿Se permiten contar más o profundizar en cuestiones que antes no habían abordado?
-La comodidad ayuda. Entre los que pude entrevistar estuvo Greg Popovich, el entrenador de San Antonio Spurs (a quien conocí como coach), que no suele dar notas. Igual, fue una de las entrevistas para las que más me preparé. Uno quiere sacarle jugo y por supuesto que la relación te da una mano. Pero me ha pasado que después los invitados terminan preguntándome más a mí que yo a ellos, ja.
-¿Y qué opiniones recibís de los periodistas, que ahora son tus colegas?
-Lo que me han dicho hasta ahora siempre fue positivo. La otra vez fui a Pura Química (programa que conduce Germán Paoloski y equipo) y lo único que recibí fueron cumplidos y halagos. Tanto por lo de la tele como por lo que hago en la radio Vorterix me llegaron muy buenos comentarios, yo trato de hacer las cosas de forma diferente, a mi manera. Pero es como cuando jugaba al básquet: si me decían que estaba rindiendo bien, no me quedaba en eso y listo. Trataba de superarme, me planteaba que podía hacerlo y lo intentaba. En el básquet quizá apuntaba a mejorar el trabajo físico o la concentración…
-La radio también te da la posibilidad de conectarte a través de la música.
-Sí, es conectar y difundir mis gustos musicales. Y me ha pasado que, cuando he ido a otras ciudades o provincias, se me acercó gente para dejarme un demo y pedirme que lo pasara al aire. Y está bueno porque es una forma de darles una oportunidad y pasar una variedad de música, ser abierto a todos los sonidos. Soy de poner música de todos los estilos y épocas. De los 50, 60, 70… De todas las décadas.
Rebotando por el mundo.
Fabricio Oberto fue noticia en continuado mucho antes de su irrupción en los medios. Aprendió a tocar la guitarra, tuvo su banda amateur junto a Federico Kammerichs y se animó a subir al escenario junto con Illia Kuryaki and the Valderramas en una edición del Cosquín Rock. Pero fue desde su oficio en los tableros y su compromiso defensivo como interno en el básquetbol que entró en el corazón de la gente. Fabri comenzó a competir en la Liga Nacional en 1993, con la casaca verde de Atenas de Córdoba, potencia de nuestro baloncesto. Su nivel le permitió alcanzar la Selección y armar una carrera brillante, tanto con la Celeste y Blanca como en su rico tránsito por Europa y los Estados Unidos. ¿Empezamos por su campaña en clubes? En el Viejo Continente jerarquizó los planteles de Olympiacos de Grecia, y Tau Cerámica y Pamesa Valencia (ambos de España). Y luego llegó el salto a la NBA, donde pasó por tres equipos: San Antonio Spurs, Washington Wizards y Portland Trail Blazers. En la península ibérica conquistó tres estrellas. En el certamen más competitivo del mundo, el norteamericano, arrancó un anillo en la temporada 2006/2007, con Ginóbili como compañero. Y con la casaca argentina… Se bañó de gloria. Desde 1995, cuando se colgó la medalla de oro en los Panamericanos de Mar del Plata, no paró de ganar con la camada de figuras que sorprendió al mundo. El cénit fue la presea dorada en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004. Oberto, además, puede contar el bronce en Pekín 2008 y el subcampeonato en el Mundial de Estados Unidos 2002 como otros grandes hitos.
“El básquet es mi vida, pero hoy mi proyecto pasa por entrenar jugadores jóvenes en forma independiente”, anticipa por dónde pasa su plan, ya desde otro rol, sin musculosa y pantalones cortos.
-¿Cuál es el objetivo?
-Creo que se pueden mejorar las estructuras en general y la política deportiva. Se pueden hacer proyectos serios y a largo plazo. Los equipos hoy tienen la presión por ganar y piensan sólo en eso. Disfruto de dar charlas, voy a las clínicas, hablo con los chicos. Pero hoy existe una transición de jugadores y hay que redoblar el esfuerzo. Por eso uno piensa más en ir a un club y ayudar a entrenar a los jugadores jóvenes, de 15 a 23 años, para que puedan ir creciendo.
-Este es un año especial: Argentina va a encarar un Mundial y algunos de tus excompañeros van a estar ahí. ¿Qué sentís?
-Son los años en los que hay que ir perdiendo la gimnasia del jugador, je. En la época en que jugaba, vivía con la expectativa de participar de esa fiesta, el foco estaba comprimido en esa competencia. Hoy me toca verlo de afuera. Los últimos Juegos Olímpicos los sufrí mucho. No estoy con el grupo ni en el día a día de las ligas, pero sé lo que pasa, estoy al tanto. Y voy a acompañar, sé que al equipo le va a ir bien.
Duras batallas
Oberto tuvo que batallar. Contra gigantes de mayor talla y masa muscular bajo el aro, sí, y también con una afección cardíaca que le puso varias vallas. En 2009 debió pasar por el quirófano para corregir una arritmia cardíaca: había sufrido tres episodios durante los dos años anteriores y por eso se había perdido varios encuentros de la NBA. Al año, tomó la decisión de retirarse de la actividad para resguardar su salud. Sin embargo, tuvo sus regresos. A la Selección, en 2011. Y a Atenas, su primer hogar, en 2013, así el punto final fue buscado y no forzado. Hoy su vida va por un carril alternativo, sin que cesen las propuestas para seguir con la naranja, como la de Marcelo Tinelli para sumarse a San Lorenzo, equipo que milita en el Torneo Federal, tercera categoría del básquet argentino.
Sólo quiero rock&roll…
Fan del rock, Fabricio conduce junto a José Palazzo, un programa de rock en una radio temática. Se trata de Bestias Mediterráneas y va por Vorterix (103.1 en Buenos Aires, 90.3 en Córdoba, desde donde se transmite el programa), los sábados de 19 a 22. Allí, el ex basquetbolista le da cuerda a sus conocimientos musicales y ha contado con invitados célebres en vivo. Quedó claro a lo largo de la entrevista: a Fabricio no le gusta ser improvisado. Por eso apela a distintas herramientas para continuar evolucionando. “Me gusta leer sobre periodismo. Y estoy abierto a las sugerencias o críticas”, explica.
Texto: Pablo Cavallero