Antes de elegir un horno o anafe, hay varias características de uno y otro que se deben considerar para alcanzar la mejor opción.
En primer lugar hay que tener en cuenta que, al reemplazar a la cocina tradicional por un anafe más un horno, la inversión inicial se incrementa considerablemente, cualquiera sea el tipo de energía utilizada. Los precios de los equipos a gas son similares al de los eléctricos.
Lo cierto es que al separar la cocción en dos artefactos se gana en estética y funcionalidad. Un anafe embutido en la mesada unifica el plano de apoyo, mientras que el horno empotrado por sobre el nivel de la mesada suma seguridad a la manipulación de bandejas calientes y se puede integrar visualmente con el amoblamiento.
Según los expertos, la conveniencia de un artefacto eléctrico o a gas no depende solo del consumo sino que hay que tener en cuenta las preferencias y costumbres de cada cocinero. “La decisión está vinculada más al gusto del usuario y del tipo de comidas que se preparen”, explican los asesores de Longvie. Por ejemplo, un horno eléctrico es ideal para realizar recetas dulces porque el calor es muy parejo, mientras que en la cocción de carnes los resultados son mejores con la combustión a gas, explican los especialistas.
Con un horno eléctrico es posible configurar los controles a una temperatura precisa y el horno produce calor constante y parejo. Por el contrario, el calor de un horno a gas es desigual y difícil de controlar debido a que una llama está presente. También se puede calentar demasiado, lo que puede ser un problema para las recetas que requieren una cocción a baja temperatura.
¿Cómo evitar que se queme un pollo en el horno cuando, a la par de la preparación de la cena, debemos llenar el lavarropas, vigilar el baño de los más pequeños y dejar lista la mochila para el día siguiente? Los artefactos eléctricos tienen la ventaja de poder seleccionar un tiempo de cocción luego del cual el equipo se apaga. De esa manera, los alimentos no se quemarán ni se pasarán.
Eficiencia y seguridad
Según pruebas de laboratorio realizadas por la empresa Franke la cocción en un horno eléctrico ahorra un 25% de energía respecto de uno a gas para cocinar un mismo alimento. La resistencia es más eficiente porque llega a la temperatura deseada y se apaga, en el caso de que la temperatura decrezca, se vuelve a encender, por lo tanto no tiene un consumo constante de energía como con la cocción a gas. Cuando se comparan los anafes, también resulta más eficiente el eléctrico: un anafe vitrocerámico consume un 89 % menos de calorías que uno a gas, aunque el primero tarda más en calentarse.
Sin embargo, en nuestro país el gas es más económico respecto a la tarifa eléctrica, lo que tiende a equilibrar el resultado en la factura.
Otra ventaja del horno eléctrico es que permite cocinar tres platos en forma simultánea, sin mezclar olores ni sabores. “De acuerdo al modelo, ofrece programas para distintos alimentos, combinando distintas resistencias y el convector. No es necesario variar la temperatura del horno o realizar cambios porque lo hace el horno en forma automática”, explican desde Franke.
La instalación
Quienes opten por un horno a gas, deben tener en cuenta que es necesario disponer un conducto de extracción de gases, del mismo modo que en un calefón. Y se debe extender de modo que ventile “a los cuatro vientos”. Por su parte, los artefactos eléctricos deben tener una llave térmica exclusiva debido al consumo.