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29 de abril, 2013

Piel pulida, imagen radiante

La luminosidad -sinónimo de salud y juventud- se logra en gran medida con el estímulo de la exfoliación. Cada vez hay más tratamientos que buscan la luz y crece una cosmética empeñada en crear productos iridiscentes.

 

La piel es el órgano más grande del cuerpo. Gruesa o fina, es absolutamente porosa, transpira, se engrasa, se seca. Y es una caja de resonancia que expresa emociones o enfermedades. Después del verano -castigada por el sol, el viento, la sal o el cloro- urge limpiarla a fondo. El primer paso es el de la exfoliación: se trata de un pulido o “lijado” para que se desprendan las células muertas. Para llevarla a cabo, es muy importante el asesoramiento de un especialista, que sabrá recomendar el abrasivo adecuado, según el tipo de piel.

Hay nuevos jabones que vienen con partículas de piedra pómez, cremas dermoabrasivas, kits de tratamiento antimanchas y productos con extractos de arroz y semillas, totalmente naturales. En síntesis: se trata de lijar las capas finas y superficiales de la piel. Con el paso del tiempo, se adquiere un tono apagado ya que las células muertas tardan más en despegarse. Por eso, el único método para acelerarlo es encarar un peeling cosmético o dermatológico. Los resultados son notables: se afina la piel, se cierran los poros y se atenúan las arrugas, gracias a que la mayoría de las fórmulas incluyen hoy ácido glicólico.

Pulir… como el parquet

Sí. Exfoliar es un análogo a pulir. Pero, por supuesto, con otra intensidad y metodología. Aquí la lija se cambia por un cepillito que se pasará por la cara en forma de círculos. Otra opción es el gommage (del francés, goma de borrar). El producto se aplica como una mascarilla y se quita con la yema de los dedos frotando suavemente. Caerán sobrantes como cuando se borra con goma de lápiz y, con ellos, las células muertas. Lo ideal es que luego del pulido se realice una limpieza para retirar los comedones y puntos negros. Son muy buenos los baños de vapor previos, ya que ablandan el sebo y relajan la piel.

Todo el proceso exige aplicar a continuación geles refrescantes y desinflamatorios. La culminación serán cremas hidratantes y una rutina que mantenga los resultados.

Exfoliantes naturales

Si bien es cierto que la cosmética será siempre una aliada incondicional para nuestro bienestar, existen elementos en la naturaleza que funcionan como exfoliantes naturales. Y si no, basta ver cómo quedan las plantas de los pies luego de una larga caminata por la orilla del mar. La arena las ha lijado y suavizado. Por eso, en casa se recomienda usar esponjas naturales, de fibra de coco, piedra pómez, cepillos con cerdas suaves, almohadillas con lavanda y cáscaras de cítricos. Una ducha tibia con pulido corporal no solo saca las toxinas: además, es relajante.

 Foto: Istockphoto