Roma fue una de las primeras metrópolis de la humanidad y ha sabido mantener esa magia, que aun con el paso de los milenios, la envuelve.
Ya lo decía Goethe, “¡Roma es la capital del mundo! En este lugar se renueva toda la historia, y siento haber nacido por segunda vez, y haber verdaderamente resurgido, el día que puse pie en Roma”. Al llegar a Cittá Eterna, uno se siente casi como en casa, los romanos son cálidos, amables y bulliciosos; y siempre están a la orden del turista.
Vagando por las calles
Imposible no empezar el día en Italia con un buen café (¡si puede ser un ristretto a la tavola, mejor!) y, si se está buscando un autentico café romano, recomendamos el Caffe Grecco, ubicado sobre la Via Condotti, a pasitos de Piazza España, la plaza donde se impone subir los 135 escalones para visitar la Terraza del Pincio, una de las mejores vistas de la ciudad.
Entonces, con los ojos llenos de Roma y quince minutos más de caminata podemos llegar a la mítica Fontana di Trevi. Finalizada en 1762 por Giussepe Pannini, cuando se llega a ella es recomendable tener algo de cambio en el bolsillo; la leyenda cuenta que debemos tirar tres monedas en la Fontana, para, por sobre todas las cosas, regresar algún día a Roma.
Después de arrojar las monedas a la Fontana, es obligada una nueva parada en la Piazza del Panteón o templo de los dioses, donado por el emperador bizantino Focas al papa Bonifacio IV que lo transformó en Iglesia: fue el primer templo pagano que pasó a ser templo cristiano.
Y luego de este recorrido, cansador por cierto, se impone tomar otro rico café y ver pasar a la multitud al ritmo del bandoneón de un viejito que siempre está sentado tocando en la Piazza del Pantheon. Si existe un sitio mágico, definitivamente es este.
Más adelante, Piazza Navona nos espera, plagada de artistas que ofrecen sus pinturas, e incluso las realizan a gusto del consumidor, mientras las perpetuas estatuas de Bernini los vigilan.
Tal vez, luego de recorrer estas maravillas que son el centro mismo de Roma, se imponga una parada en alguna trattoría para disfrutar de una buena pasta, hay muchas, pero podemos elegir La Trattoria da Felice en Vía Mastro Giorgioi 29, en el barrio de Testaccio.
De sur a norte
El punto imperdible de Roma, es sin dudas, el Coliseo. Probablemente, la obra más emblemática y famosa de la ciudad; millones de turistas de todo el mundo viajan durante el año para visitarlo. Fue construido en la época del Imperio Romano. Allí luchaban gladiadores, presentaban caza de animales, representaciones teatrales míticas y muchos otros espectáculos. Ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1980 y una de las nuevas siete maravillas del mundo en 1977. No es recomendable visitarlo en Semana Santa, ya que en la actualidad, el Papa realiza el Via Crucis hasta el Coliseo todos los Viernes Santo, y además Roma está atestada de turistas para esta época.
Para poder ingresar al Coliseo, es necesario abonar una entrada de unos 16 euros, que también incluye el ingreso al Monte Palatino, la más céntrica de las siete colinas de Roma y una de las partes más antiguas de la ciudad. Se encuentra abierto al público de 9 a 16.30.
Más al norte, siempre hacia el centro, una de las cosas que probablemente sorprenda al viajero será el monumento a Vittorio Emmanuele, ubicado frente a Piazza Venezia; un gigantesco edificio que contrasta con la arquitectura que caracteriza a Roma. Fue terminado de construir en 1927, y a lo largo de su historia debió soportar duras críticas por parte de los romanos, ya que para construirlo, se destruyó lo que solía ser un barrio medieval y además, los ciudadanos lo consideran demasiado extravagante. Sin embargo, un dato interesante: la terraza del edificio cuenta con un café con increíbles vistas de la ciudad.
Y siguiendo camino hacia el norte nos encontramos con el Campo dei Fiori, que antiguamente fue un campo florido y luego un paso obligado de grandes personalidades, pero que hoy es una plaza alegre, ideal para disfrutar unos buenos tragos, junto con los jóvenes romanos o extranjeros, quienes suelen frecuentar los bares de esta plaza, bastante accesibles en materia de precios. Si bien siglos atrás, esta plaza también fue utilizada para realizar ejecuciones (en este lugar el 17 de febrero de 1600 fue quemado vivo Giordano Bruno, y en su honor se erige allí una estatua), hoy en día se ha convertido en uno de los puntos de encuentro más bonitos y populares de Roma. “Me encanta este lugar ya que todos los días, excepto los domingos, es posible disfrutar de un mercado de frutas y verduras, especias, quesos y fiambres, frutos de mar… y flores, por supuesto”.
Y subiendo un poquito más al norte, nos deslumbrará el imponente Castillo San Angelo, ubicado a muy poca distancia del Vaticano con el que se conecta por un corredor que, según cuenta la historia, se construyó para que fuera refugio del Papa durante el saqueo de Roma en 1527 (un motín de las tropas de Carlos V, que expandía sus dominios hizo que soldados españoles y alemanes saquearan la ciudad).
El Castillo San Angelo conecta también con el puente del mismo nombre. Es el mausoleo de Adriano y puede ser visitado. No es tan bonito por dentro como por fuera, sobre todo cuando se ilumina por la noche y ha sido también escenario de muchas películas, como El Código da Vinci.
Y muy cerquita, sea la hora del día que fuere, un lugar ideal para descansar: la Villa Borghese, un parque de 80 hectáreas, el más grande de Roma, para elegir un árbol bajo el cual refugiarse. Villa Borghese alberga bares, jardines, fuentes, lagunas, edificios de estilo italiano y hermosas vistas de la ciudad (la mejor de ellas se encuentra sobre el monte Pincio, en la parte sur). Imperdible dedicarle aunque sea media hora de su estadía en Roma a este parque y sus vistas.
Pero Roma es más, mucho más. Innumerables museos, iglesias, monumentos y rincones para descubrir esperan en Roma al viajero. Y es que si hay algún lugar en el mundo al que esta humilde redactora siempre volvería, sería a Roma, cuna de la cultura de la humanidad, bella, eterna e inolvidable. Por suerte para todos nosotros, tres milenios después, La Cittá Eterna sigue ahí, nos roba un pedacito de corazón y definitivamente, nos deja sin aliento.
Ciudad del Vaticano
El Vaticano, Capital del Cristianismo, es una de las razones por las que Roma recibe tantas visitas a lo largo del año, y es, definitivamente, una parada obligada, no solo para católicos, sino para gente de cualquier religión. Recorrer Ciudad del Vaticano nos mantendrá ocupados como mínimo unas 5 horas para admirar la Piazza San Pedro, la Basílica de San Pedro, La Capilla Sixtina y los Museos Vaticanos. La Basílica de San Pedro es refugio de las tumbas papales y la altura que le confiere su cúpula hace que sea una característica dominante en el horizonte de Roma. La Capilla Sixtina se encuentra a la derecha de la Basílica de San Pedro y alberga a la más preciada colección de frescos, realizados por los mismísimos Miguel Angel, Rafael y Boticcelli. Mientras que, por último, los Museos Vaticanos ofrecen al público muchas de las obras de arte pertenecientes a la Iglesia Católica. Abierto de lunes a sábados, de 9 a 18 hs.
Tarjetas turísticas
Desde el 1 de agosto de 2012 hay una nueva tarjeta turística que concentra los servicios de las denominadas Roma Pass y Vatican & Roma OMNIA. Permite acceder a las basílicas y monumentos de mayor interés religioso y cultural de Roma, más la posibilidad de utilizar el Open Bus di Roma Cristiana y el transporte público de la ciudad. El nuevo producto se llama Omnia Vatican & Rome y su costo es de 90 euros. Más información: www.turismoroma.it y www.omniavaticanroma.org
Texto: María Florencia González
Fotos: archivo Mujer Country.