De Barracas salió al mundo; alentada por quien creía que ella era la intérprete perfecta para Evita en su versión británica, debido a su talento y creatividad. Entonces, compró un pasaje a Londres, cerró la puerta de su casa y se fue a hacer el casting para el musical. No sólo logró su deseo, sino que fue nominada a los premios Olivier y el periódico The Indepedent publicó “Esta Evita hiela la sangre”. Después fue la Piaf en Londres, Argentina y España, Passion en Londres, y actualmente Evita en Broadway. Además, cine, premios, recitales… Y la cosa sigue, no termina allí. A punto de comenzar una gira nacional llamada “Tiempo Mariposa”, en la que interpretará los éxitos de su carrera, como “Piaf”, “Evita” y “Mina, che cosa sei?”, la propia Elena nos cuenta al detalle sus experiencias y emociones.
Primeros pasos
– Elena, contanos si, como suele suceder en muchos casos, tu mamá o tu entorno familiar apostaron a tu formación artística.
–A mi mamá le gustaba la idea de educar a sus hijos en el arte. Como a mi hermano le gustaba tocar la guitarra, a él y a mi hermana les pagaba un profesor particular que venía a casa. Debido a que en ese momento no había mucho dinero, ella se quedó con las ganas de estudiar danzas. Cuando llegó mi turno, las cosas en mi familia habían mejorado económicamente y yo sí pude hacerlo. También aprendí algo de guitarra y órgano, pero lo que más me gustaba era la danza. Al llegar a la adolescencia surgió en mí la idea de estudiar canto y mi mamá chocha me mandó a tomar clases.
– ¿Cuándo subiste por primera vez a un escenario y qué sentiste?
–Habré pisado un escenario por primera vez en los actos escolares y no recuerdo haber sentido nervios. Más o menos a los nueve años empecé a hacer las primeras muestras de danzas, entonces sí me ponía muy nerviosa, aunque una vez que empezaba a bailar, me calmaba por completo.
– ¿Cómo fue que te presentaste a tu primer casting?
–Me parece que fue en el teatro Maipo para una revista, mi mamá se reía porque no me imaginaba, así tan chiquita, trabajando en ese género. Y tenía razón, todas las bailarinas eran enormes con piernas larguísimas… La verdad es que, en parte, me presentaba porque sentía que iba ganando en experiencia aunque el trabajo no fuera para mí.
– ¿En tus comienzos, dentro de la comedia musical, formaste parte de El jorobado de París 2 de Pepe Cibrián Campoy allá por 1995?
–Entrar en ese elenco nos costó a todos un mes de audiciones. Al final, lo logré. Tenía solo una línea: “René, René, tu mujer va a dar a luz” y después bailaba y cantaba con los demás.
–Después seguiste en Argentina con Los Miserables, La Bella y la Bestia, La fiaca y Mina… che cosa sei?, que te dio popularidad y premios ACE…
–Así es.
Dos mujeres de garra
– ¿Cómo llegaste al casting de Evita en Londres?
–Mi presentación para hacer el musical en Londres se la debo, en gran parte, a Ana Moll que en ese momento trabajaba con Lloyd Webber (autor junto a Tim Rice, de Evita). Ella me incentivó porque tuvo la sensación de que el papel podía ser mío. Me compré el pasaje a Londres, cerré la puerta de mi casa y me fui.
– ¿Qué sentiste como argentina al meterte bajo la piel de semejante personaje?
–Era muy emocionante salir a cantar “No llores por mí Argentina” delante de gente de todo el mundo. A veces venían argentinos y lo sabía porque en el saludo final se desplegaban banderas argentinas. Algo realmente hermoso. Además, adquirí mucha experiencia y conocimiento sobre la historia del país. Fue muy interesante para mi crecimiento tanto artístico como profesional.
– ¿Cuál es tu recuerdo más emocionante de esa interpretación?
–Fue cuando me fueron a ver mis viejos al teatro. Salí a cantar “No llores por mí Argentina” y de la emoción me olvidé por un segundo la letra. Creo que para mí lo más importante de toda esa movida era poder, después de un ACV que había sufrido mi papá, llevar a mis padres a conocer Europa y a verme actuar en un teatro extranjero con un personaje argentino.
– Hablemos de La Piaf que te hizo ganar un Olivier en Londres. ¿Cómo fue que llegaste a esta obra?
– Mientras hacía Boeing Boeing me vino a ver el director de Evita que, a la vez, era director del Donmar Warehouse, un teatro que adoro y él sabía muy bien que yo quería actuar ahí. Más tarde, durante la cena, le conté mis planes y mi deseo de conseguir producción para hacer Piaf ese año. Le expliqué cómo quería encarnar el personaje y qué estaba estudiando para hacerlo. Me dio unas recomendaciones y al día siguiente, me puso en contacto con mi representante para ofrecerme hacer el personaje. Un par de meses más tarde me llamó a Buenos Aires para confirmarme las fechas que había en el Donmar para hacer esta producción.
– ¿Qué te produjo Edith Piaf y su conmovedora historia?
–Me sentía increíblemente plena al representarla. Es una vida llena de amor e interpretando las canciones de la obra terminaba con el espíritu extraordinariamente elevado. Todo lo contrario a lo que se imaginaría la gente pensando que su vida fue tan trágica. Pero lo importante de todo esto es que, más allá de los inconvenientes que tuvo que afrontar, vivió a pleno y tuvo suerte en su profesión, llegó a ser la cantante femenina mejor paga de su época y grabó las canciones más hermosas de ese momento.
–Tanto Evita como La Piaf son dos mujeres de mucha lucha, a las que nada les fue fácil, dejaron a lo largo de sus cortas existencias jirones de sí y se convirtieron, por distintos motivos, en símbolos de sus pueblos. ¿Con qué palabra o palabras las definirías?
–Fortaleza y magia.
Dorado porvenir
–Después de presentarla en Buenos Aires llevaste a La Piaf a Madrid. ¿Cómo fue la acogida española?
–Llegamos en un momento de mucha crisis. La crítica fue muy buena y la gente aplaudía de pie pero el teatro no se llenó ni mucho menos. Éramos el mismo elenco, salvo dos actores que no pudieron viajar, fue muy interesante ver las dos caras de la moneda (un mismo espectáculo, de igual calidad tanto el de Buenos Aires como el de Madrid), pero que a los españoles no les llamó la atención en lo más mínimo.
–Más tarde Londres con Passion y una nueva nominación al Lawrence Olivier 2011 a mejor actriz de teatro y vuelta a la Argentina en donde diste varios recitales con una cálida recepción de nuestra gente.
–La experiencia de Passion fue muy hermosa. Adoro esa obra y ese personaje. Esta vez sí encarnaba a un personaje de la ficción. Y pisar Londres después de obtener un Olivier también fue distinto. ¿Quizás me dio más seguridad? También sentí, esta vez, que no debía demostrar nada. Sólo disfrutar.
– ¿Cómo fue llevar Evita a Broadway?
– Mis compañeros eran todos unos soles. Ricky es una hermosa persona así como un gran talento y Michael Cerveris (Perón) también.
A cara lavada
–Explicame, ¿cómo se hace para “bajarse” de personajes tan intensos como Evita y ponerse un jean y un par de zapatillas?
–Una vez que se produce el apagón se terminó todo. En realidad nunca dejo de ser yo. Esa es la magia que para mí tiene el teatro. Le prestó el cuerpo a ese personaje mientras dura la obra y después me pongo el jean.
– ¿Cómo era tu vida cotidiana en Nueva York?
–Mi vida había cambiado un poco ya que cuando uno se muda de país se entra en lo que yo llamo “la burbuja”. Porque no siempre estás conectada con tu vida de Buenos Aires. Ya entonces estaba en pareja con Mariano Torre, con quien ahora esperamos nuestro primer hijo, y me sentía muy feliz. Mis días se desarrollaban de la casa al teatro a ensayar y volver tarde. Sólo los domingos me quedaban para caminar un poco por el barrio donde vivía en Nueva York, Chelsea, y disfrutar del aire libre. Fue una experiencia maravillosa.
– ¿Cuándo estás afuera, qué es lo que más extrañás de Argentina?
–Lo que más extraño es a mis seres queridos. Verlos es lo que hago apenas llego y estar con ellos el mayor tiempo posible.
Un sabio consejo
Durante el mes que duraron las audiciones de El Jorobado la coreógrafa le dio, digamos, un consejo salvador. Ella lo cuenta con estas palabras: “Por aquel tiempo no tenía la menor idea de cómo ir vestida para audicionar, entonces opté por una versión muy sencilla, con mis calzas, una remera, zapatillas; o sea que pasaba totalmente inadvertida. La coreógrafa –que veía que yo bailaba bastante bien- me dijo: ‘Calzate con tacos, maquillate, vestite más sexy…’ Fue muy importante que la audición durara tantos días, porque si hubiera sido sólo uno, me quedaba afuera”.
Algunos premios y nominaciones
*Elena ha recibido numerosos premios nacionales e internacionales por sus actuaciones. Entre ellos, el Olivier 2009 a la mejor actriz de musical por su actuacion protagónica en Piaf. En el mismo año, recibió el Premio ACE por la mejor actuación femenina en musical, music hall y/o café en Piaf.
*En 2010, ganó el Premio Hugo al Teatro Musical, categoría Mejor Actriz, también por su labor en Piaf. Y en el mismo año y por la misma obra ganó el Hugo de Oro al Teatro Musical, en reconocimiento a su exitosa trayectoria y su magnífica interpretación en la obra con dirección de Jamie Lloyd.
*En 2011, ganó el Premio Konex de Platino a Mejor Actriz de Musical de la década 2001-2010.
Texto: Adriana Aboy
Fotos: Gentileza Elena Roger y Bruce Glikas.