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8 de julio, 2013

A los tiempos de Colonia

Si hay un lugar que es un verdadero viaje en el tiempo, ese es Colonia del Sacramento, Uruguay. A apenas 60 minutos de ferry desde Buenos Aires, ofrece junto a su vecina Carmelo, tranquilidad, historia, buena gastronomía, playa, paisajes bucólicos y el río, siempre ese gran río color de plata que encandila, estremece.

 

En una hora es posible cruzar el río más ancho del mundo por su parte más angosta. Son 60 minutos en ferry: por Buquebús, www.buquebus.com.ar; Colonia Express, www.coloniaexpress.com/ar/ o  Seacat, www.seacatcolonia.com para llegar a Colonia del Sacramento en la República Oriental del Uruguay. La ciudad seduce a primera vista. Una brisa fresca llega desde río y a uno le cambia el humor. Sus calles arboladas, muchas con adoquines, sus casas y sus posadas con patios que se vislumbran desde afuera, las enredaderas que chorrean y una rambla larga que lame el río e invita a variar la caminata con un mate. El cantar de los tambores, las mesitas en la vereda. Todo es  amable, hasta la parte más nueva de la ciudad que crece y crece  con nuevos barrios y modernos edificios contagiados de tranquilidad. Pero lo más hermoso, lo imperdible de esta ciudad, es su casco histórico. Designado Patrimonio Histórico de la Humanidad por la UNESCO en 1995, por la conservación de su arquitectura, por reflejar ésta una lograda fusión entre los estilos portugués, español y uruguayo.

Fundada por los portugueses en 1680, en el extremo occidental de una península, desde sus comienzos Colonia asistió a las guerras de los imperios portugués y español por dominar distintas colonias. Fue así que pasó a manos de uno y del otro e incluso fue regida por el Brasil durante un tiempo, tanto que se la conoce también como “la manzana de la discordia”.

Entre 1704 y 1705, en plena guerra de sucesión de la península ibérica, la ciudad fue totalmente arrasada por los portugueses quienes inmediatamente iniciaron la colonia que se convirtió en un polo de desarrollo  comercial y cultural, pero en 1777 fue sitiada por los españoles y recuperada para el imperio. La disputa por ese punto estratégico –que permitía estar en contacto con Buenos Aires y vigilar la circulación del comercio por la confluencia de los ríos Uruguay, Paraná y de la Plata que eran las rutas para las minas de oro del Perú– concluyó cuando en 1825 se declaró la Independencia de la Provincia Cisplantina, que pasó a llamarse República Oriental de Uruguay.

Los edificios del casco histórico datan de los siglos XVII al XIX y se cuentan entre ellos desde elegantes mansiones urbanas a casas de artesanos. En la zona se ha realizado una gran tarea de conservación por lo que sus calles principales mantienen el empedrado original y muchas casas el clásico estilo portugués de piedra maciza con techo a dos o cuatro aguas, o bien poseen cimentos portugueses con superposición de estilo español con azotea.

Es esencial al llegar a Colonia hacer una visita guiada –en el centro de información turística ubicado, a metros del puente levadizo, en el casco histórico, que está a apenas unas cuadras de la estación fluvial, hay guías especializados–. Museos, edificios históricos, galerías, la calle de los Suspiros –llamada así porque allí residían prostíbulos que eran visitados por soldados y navegantes– , la plaza central, la iglesia, las murallas que dividen la ciudad en dos –muestran una Colonia del Sacramento que así fue, cuando en ella vivían durante una época en que fue habitada por españoles y portugueses al mismo tiempo–, son ecos de otros tiempos, de lugares imperdibles, silenciosos, del pasado. Hoy el lugar está habitado y sus casas coloniales, sus callecitas empedradas y con faroles, sus bares y restaurantes ubicados estratégicamente, hacen de la ciudadela Colonia un lugar delicioso. Y quien se anime, puede subir los más de cien escalones para llegar al mirador del Faro – que ya existe desde hace 150 años y que fue creado para poner luz sobre el río embravecido, en tiempos en que los piratas, las navegaciones comerciales y las militares circulaban por la zona, y enfrentaban tormentas y batallas–. Quien llegue a la cima del faro será premiado con una vista espectacular, ya que desde allí puede contemplarse la ciudad toda que se recuesta sobre el río. y tomar excelentes fotografías panorámicas.  Un paseo que puede alcanzar su máximo placer, si se contempla un atardecer en el río o toca una noche de luna llena que brilla y se refleja en el agua, mientras uno camina por el viejo muelle, entre el aire húmedo y templado.

Cerca en la ciudad está el Real de San Carlos, que fue un enclave militar construido en honor del rey Carlos III. También, la iglesia de San Benito, con su santo negro. Allí se erige la vieja Plaza de Toros, que hoy permanece cerrada, pero que fue en su momento un gran atractivo turístico del siglo XX, construido por Nicolás Mihanovich, que también hizo levantar allí un muelle, un casino, un hotel, un frontón de pelota y la usina eléctrica.

Para alojarse, la ciudad tiene variedad de posibilidades, encantadores hoteles de categoría intermedia, posadas de cuento, entre ellas, la Posada del Ángel (www.posadadelangel.net), con tarifas accesibles, desayuno incluido, a un paso del casco histórico y media cuadra de la rivera del río.

y también, grandes hoteles 5 estrellas. En el centro de la ciudad, el Radisson Colonia del Sacramento Hotel & Casino (www.radisson.com/colonauy) y sobre la rambla en el barrio residencial Real de San Carlos, el Sheraton Colonia Golf & Spa Resort (www.sheraton.com/colonia), con spa, campo de golf y playa, por solo mencionar dos de los más importantes.

Y si de buenos sabores se trata, la zona ofrece productos regionales exquisitos como el vino Tannat, de producción uruguaya, los lácteos –especialmente yogures, quesos y un clásico dulce de leche– de calidad excepcional y por supuesto, la carne vacuna, con excelentes cortes para disfrutar de una comida bien de campo.

Para aquellos que tomen mate: es imposible no transitar por Colonia sin llevarse el termo, la yerba, el mate, un hábito y un ritual bien rioplatense que en esta ciudad se torna imprescindible.

 

Bucólico Carmelo

Por lo demás, no se puede pasar por Colonia sin hacerse una escapada hasta Carmelo, ciudad que forma parte del departamento de Colonia.

Fundada en 1816 por Artigas, el héroe nacional del Uruguay, la ciudad de Carmelo está ubicada a orillas del río Las Vacas. La zona tuvo en 1716 emplazamientos británicos para la venta de esclavos y en 1729 el afincamiento de la Estancia de Marques, para abasto de Buenos Aires.

Entre los atractivos de Carmelo se encuentra el Puente que cruza el arroyo Las Vacas, primero giratorio y único a tracción humana que tuvo el Uruguay, que permite al girar, el paso de grandes embarcaciones; la Estancia de las Vacas con su Capilla y Calera de las Huérfanas, fundada por los padres de la Orden de Jesús; el Molino y Puente Castells, llamado Puente Camacho y pionero de la industria molinera del siglo pasado; la Estancia Narbona, el edificio más antiguo del Uruguay, que se conserva en sus lineamientos originales y que fue edificada entre 1732 y 1738; la iglesia Parroquial y su museo, interesantísimo con muy buena información sobre la historia rioplatense; las canteras del Cerro, al noroeste de la ciudad; y las afamadas bodegas de la zona, entre la que se destaca Irurtia, donde se puede acordar una visita guiada y una degustación de vinos realizada por sus dueños (aquí recomendamos especialmente el Tannat, el Chardonnay Viognier y el Botrytis, un vino dulce realizado con la uva con hongos que llevan ese nombre y que resulta ideal para saborear con quesos azules y postres).

La zona está rodeada de campo, ese campo pequeño y extenso a la vez, con suaves lomas, sembrados de colores y estancias con caballos, un paisaje bucólico en el cual se erige en la Ruta 21, km 262 el Four Seasons Resort (www.fourseasons.com/es/carmelo), un hotel cinco estrellas exquisito, con una bellísima piscina, spa, restaurantes, y playa de río. En la puerta, siguiendo la vieja tradición uruguaya de mantener impecables los autos antiguos, el hotel ostenta sus camionetas Ford del año 50 con caja de madera, muy parecidas a aquella que manejaba el regio Clint Eastwood en Los Puentes de Madison, pintadas de celeste, con la leyenda Four Seasons Resort en la puerta. Un detalle de fineza, al más puro estilo uruguayo.

Y si de buenos alojamientos se trata, imposible no visitar y hospedarse unos días en la posada Al Natural, www.alnatural.com.uy,  que cerca del Four Seasons y frente a una laguna, se erige en uno de los paisajes más tranquilos de la zona. Todo allí es respetuoso de la vida sustentable: la piscina está climatizada con paneles solares y toda la electricidad es por este sistema. La tarifa es con pensión completa y todo lo que se prepara es casero, incluso las mermeladas, sin conservantes y las comidas que son saborizadas por las hierbas que crecen en los maceteros del lugar. Las habitaciones dan a la laguna y cada una tiene una decoración especial. Un lugar para disfrutar de la intimidad y la armonía que el paisaje propone.

Muy cerca, el puerto de Carmelo recibe los servicios de barcos Cacciola, y llegar desde Buenos Aires vía La estación Fluvial de El Tigre, en una navegación de 2 horas y 15 minutos.

 

Y más…

Pero el partido de Colonia no solo tiene a su ciudad central y a Carmelo sino a otras como Nueva Palmira, Colonia Suiza, Nueva Helvecia, Santa Ana, Conchillas… en fin, nada mejor que llegar a Colonia con el auto propio, trasladándolo en la bodega del ferry, o alquilar allí uno y recorrer toda la zona del departamento, sus playas que las hay en Colonia, en Carmelo, en Nueva Palmira y Santa Ana, con arena fina y blanca y una limpísima agua del río que parece un mar. Un paisaje para adentrarse en el silencio, en los pensamientos que sugiere la naturaleza, en un sueño reparador, en una charla a fondo con mate incluido y en una gastronomía auténtica y sabrosa, que no deja olvidar que los sabores nobles son los que realmente valen.

 

Estancia Anchorena

Ubicada en la Ruta 21, km. 198, tel. 052 23104, es Estancia Presidencial –solo el presidente puede entrar a la casa– y es Parque Nacional. La propiedad perteneció originalmente a Don Aarón de Anchorena, un argentino miembro de la familia Anchorena, que realizaba viajes en globo aerostático desde Buenos Aires a Uruguay. Aarón de Anchorena donó estas hectáreas que eran parte de sus tierras en la zona para crear allí un parque didáctico. El predio  puede visitarse jueves, viernes, sábados y domingos a las 10 y 14.30.  Son 1.370  hectáreas en las que hay una reserva de ciervos Axis, que Anchorena trajo del África y que se adaptaron muy bien al clima de la zona y que hoy son una especie en extinción.

 

Recomendados

* Para comer. Mesón de la Plaza, colonial, con exquisito menú de cocina regional e internacional y un salón español, un salón portugués y un patio interior, para hacer honor a la arquitectura del casco histórico y a la tradición de Colonia.

* Un restó. 1717 Fine Arts, Foto & Café, un lugar ideal para disfrutar de un rico tentempié y galería de arte. Del Comercio 186, Casco Histórico, Colonia del Sacramento.