George Steiner, filósofo francés nacido en 1929, dijo cierta vez: “Existen tres campos intelectuales; y por lo que sé, solamente tres, donde los hombres realizaron importantes hazañas antes de la pubertad. Estos campos son: la música, las matemáticas y el ajedrez”. Por lo tanto, no debe asombrarnos que el más pequeño de la casa se entusiasme jugando alguna partida a sus padres o abuelos y, hasta que les gane sin ningún tipo de pudor. Por lo tanto es interesante reflexionar sobre la importancia de la inclusión de la enseñanza del ajedrez en la vida escolar.
La vida misma
El ajedrez es un juego intelectual en el que los protagonistas ponen en funcionamiento todas sus capacidades cognitivas y emocionales, la voluntad y la creatividad; en suma, todos los condimentos que conforman nuestra propia humanidad. Su origen no es claro, se conocen antecedentes (juegos similares) en India, China y Persia desde hace 2.500 años. Nosotros lo heredamos, entre otras riquezas culturales, de los moros que ocuparon España desde el siglo VIII. Tras siglos de evolución, aproximadamente hacia el 1500, se comienza a jugar tal cual se conoce hoy en día.
El juego “simula” una batalla entre dos ejércitos porque se presume un enfrentamiento entre “blancas” y “negras”, aunque esto rara vez es así. Requiere comprender elementos de estrategia (qué quiero lograr) y de táctica (cómo lo voy a lograr) y eso es bueno para la vida en general. Proponerse metas y objetivos, imaginar un escenario en el futuro y luego ver qué pasos voy a dar para concretarlo. Desde el punto de vista de los docentes del taller “Caballito de Palermo”, el juego de ajedrez simboliza a la vida misma: lo femenino y lo masculino, el yin y el yang, el día y la noche, la vida y la muerte. También se muestra al “otro” de dos maneras: como un rival al que se desea ganar o como un compañero de juego que nos permite ver nuestros puntos débiles y fuertes, aspirando a la propia superación más allá del resultado ocasional. Además, se invita a los niños a estar más atentos al proceso que al resultado.
Chicos que aprenden
* El estudio y la práctica del ajedrez de manera programada les aportan a los chicos herramientas que mejoran su rendimiento escolar. Esto fue probado a través de gran cantidad de estudios que se hicieron con grupos de diferentes edades entre la niñez y la adolescencia. Además, su carácter de juego facilita la tarea. Concretamente, comienzan a desarrollar un pensamiento crítico, incrementan su memoria visual, aprenden a considerar las consecuencias que pueden ocasionarle las acciones del otro (en este caso un jugador), les facilita la toma de decisiones, (en el ajedrez hay que mover alguna pieza, no se puede pasar el turno), también invita a calcular y el cálculo tiene que ver con poder visualizar y considerar las distintas situaciones que se presentan jugada a jugada sobre el tablero. También ayuda a concentrarse, focalizar y evaluar una situación problemática a resolver (si no, se pierde la partida).
* La pregunta que más de un adulto se hace es cómo se logra que los niños se entusiasmen con un juego que parece tan distinto a los de la Playstation. El punto es que el ajedrez también puede jugarse a través de la computadora. Hay programas desarrollados de forma divertida y didáctica que los chicos aceptan con gusto y a los que le dedican muchas horas. Inclusive, en todo el mundo, cientos de miles de ajedrecistas juegan en clubes virtuales, donde se mezclan aficionados y profesionales. Por otro lado, los niños pueden comenzar a acercarse al ajedrez a partir de los cuatro años. Es muy bueno darles la oportunidad de conocer este juego antes de ingresar a la primaria, porque en esta etapa su pensamiento es más libre, autónomo y creativo, con menos miedo a equivocarse o a cometer errores. Existen métodos de enseñanza con canciones, dibujos, tablero de piso donde ellos son las piezas, y toda una serie de juegos que se denominan de pre-ajedrez, ya que no tienen como objetivo que, en esta primera etapa, jueguen una partida convencional. Ya a partir de los cinco y seis años, con las características de la edad, comienzan a jugar, a reconocer y a dar los consabidos jaque mate.
Ahora, también en el cole
Hay una tendencia mundial a incluir al ajedrez dentro de las actividades escolares, que responde al hecho de los múltiples beneficios que aporta el juego y una muy baja inversión para llevarlo a cabo, ya sea a nivel familiar, en un colegio, a nivel municipal o estatal. En algunas escuelas se dicta como materia optativa fuera del horario escolar, en otras como curricular en algunos grados y también se comenzó a dar, hace algunos años, en jardines de infantes. En todos los casos es un reconocimiento a lo que el ajedrez brinda. Jugar es la mecánica que los niños aceptan con mayor gusto y, este juego en particular, contiene elementos que ayudan a su formación desde primer grado. Inclusive su aspecto competitivo es válido en el contexto social actual, ya que ayuda a los docentes a formarlos en valores pues tiene reglas muy claras que se deben respetar y cada partida comienza con un apretón de manos entre los compañeros de juego, y finaliza de la misma manera.
Por otra parte, la oferta educativa se va expandiendo. La tendencia es que los chicos, por las necesidades laborales de los padres, estén más horas en el colegio, y que la escolaridad de jornada simple tienda a desaparecer, por lo que hay que presentar actividades que estén relacionadas con los intereses de los alumnos, de los padres y de las instituciones educativas que forman parte de la jornada doble. El ajedrez puede ofrecerse en el aula sin el objetivo de formar ajedrecistas.
En nuestro país hay una gran cantidad de municipios que ofrecen desde sus escuelas la posibilidad de contar con talleres de ajedrez. En la ciudad Autónoma de Buenos Aires, desde la década de 1980, se enseña en la escuela pública, y existe un exitoso circuito anual de torneos escolares. También, el Ministerio de Educación de la Nación, a través del Programa Nacional de Ajedrez Educativo, difunde la actividad para que sea incorporada a la vida escolar en todo el país, facilitando material didáctico, realizando congresos para docentes y organizando un gran torneo nacional que en las dos últimas ediciones tuvo carácter internacional, siendo éste el más importante de la Argentina.
Y por casa, ¿cómo andamos?
* El ajedrez tiene una ventaja respecto de otros juegos, ya que aúna generaciones y géneros.
* Por ejemplo, en el deporte, la cuestión física es una limitación importante.
* Otro caso es el de los papás (varones), a quienes se les hace difícil compartir actividades con sus hijas.
* Tampoco les resulta fácil a los abuelos encontrar aquello que puedan realizar en compañía de sus nietos. Todo esto no existe a la hora de jugar ajedrez.
* Inclusive, hay muchos casos de niños que les han enseñado a jugar a sus padres, entusiasmándolos hasta el punto de hacerlos anotarse en talleres para adultos.
* Sería bueno que, así como hay un lugar en casa para la computadora y otro para la TV, hubiera uno en el que se piense en silencio o se converse sobre distintas estrategias a encarar en próximas partidas.
Texto: Adriana Aboy
Fotos: gentileza El Caballito de Palermo / www.caballitodepalermo.com.ar
Asesoramiento: Claudio Sosa Castro, profesor de ajedrez en colegios privados y en los talleres de “El Caballito de Palermo”; autor de la colección de libros “Ajedreceando” para niños desde primer grado y organizador de torneos y olimpíadas de ajedrez escolar.