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16 de agosto, 2013

Cuando el mañana es hoy

La vida es continuo movimiento y lo que parecía novedoso o necesario ayer, inclusive el día de hoy, resultará perimido dentro de unos años. ¿De qué manera responde la escuela a esta realidad? ¿Cómo preparar a nuestros hijos para que puedan competir en la sociedad del mañana?

 

Desde antes de comienzos de este siglo XXI, importantes pensadores pusieron la mira en lo que será la función escolar del futuro. El gran desarrollo tecnológico que se ha producido en el mundo en los últimos años y la diversidad de disciplinas que han surgido, hace que se comience a prever que el mundo futuro será cambiante e incierto y que uno de los principales objetivos de la escuela será preparar a los chicos para ese mundo plagado de incertidumbres, de descubrimientos y de exigencias no imaginadas.

No es fácil entonces saber qué y cómo hay que impartir los conocimientos. Es por eso que se prevé que:

* La escuela tendrá básicamente que enseñar a aprender y, también, hacer comprender que ese conocimiento tendrá que ser actualizado de manera permanente, durante toda la vida. Y esto no sólo para quienes se dediquen a la investigación sino para cualquier área laboral e incluso para quienes tengan vocación empresaria. El psicólogo y especialista en tecnología y educación, profesor Carlos Neri, sostiene que “la escuela debería reformular su papel de mero trasmisor de información. Ese modelo ha encontrado fuerte competencia tanto en Internet como en los canales especializados donde al abordar un tema lo hacen no solo con una inmensa producción sino con un lenguaje y un ritmo visual que es familiar a las nuevas generaciones”.

* Asimismo, se supone que se requerirá un aprendizaje que estará potenciado por la aplicación de las nuevas tecnologías a la educación, las que en la vida cotidiana están generando nuevas formas de pensamiento e interacción.

* Estas nuevas formas de pensamiento también se relacionan con la multiplicidad de inteligencias, que ya desde la década de 1970 el llamado Proyecto Zero de la Universidad de Harvard viene investigando y aplicando en las escuelas de los Estados Unidos, bajo la conciencia de que poseemos diferentes capacidades, muchas simultáneas, y que permiten distintos desarrollos en cada uno de nosotros.

* Pero asimismo, los grandes pensadores han previsto que el siglo XXI requerirá más que un mero entrenamiento, ya que las tecnologías son un medio, pero no un fin, y que éstas acortan distancias temporales y espaciales y promueven una “vecindad planetaria” que requerirá del verdadero desarrollo de valores humanos para cuidar del planeta y convivir pacíficamente.

* Los especialistas sostienen que para cubrir los requerimientos de este siglo la escuela debe formar a los jóvenes para que lleguen a la universidad con una riqueza suficiente en la comunicación oral y escrita como para expresar con claridad y corrección su pensamiento; que tengan buen nivel de comprensión e interpretación de textos; que alcancen un pensamiento lógico matemático; y que hayan alcanzado suficiente capacidad de análisis, síntesis, generalización, asociación y abstracción, entre otras capacidades.

Pero hay que tener en cuenta que estos tiempos exigen competencias variadas y cambiantes por lo que, según Neri, “lo mejor es trabajar con los alumnos en la construcción de esquemas para la organización de la información, en el buen manejo de idiomas y el desarrollo de capacidades para investigar. Porque estas competencias no solo hacen al buen científico sino también al emprendedor”.

* El contacto con la naturaleza es otra de las nuevas tendencias que se está dando en algunas escuelas, sobre todo en aquellas que cuentan con grandes espacios de terreno como para desarrollar huertas orgánicas y granjas. Lo realmente positivo de este tipo de emprendimiento es que tiende a desarrollar un sujeto con sentido de compromiso hacia la naturaleza y con su semejantes; mientras tanto ayuda a que los chicos se conviertan, el día de mañana, en sujetos democráticos y responsables. Neri sintetiza lo que buscan las nuevas tendencias educativas, con estas palabras: “Quizás sea utópico mi punto de vista, pero considero que el mayor logro del que puede jactarse una institución educativa respecto a sus egresados es el de formar sujetos democráticos, productivos, inquietos y respetuosos del otro. Capaces de transformarse para adaptarse a un mundo complejo en donde tienen que modificar muchas veces lo aprendido. Personas que entiendan que el aprendizaje es continuo, tanto en la ciencia como en la empresa”.

 

Siete saberes

Una breve enumeración de los Siete saberes para la educación del futuro de Edgar Morín (Unesco, 2000), que señalan objetivos básicos y universales:

1. Generar sistemas suficientemente críticos del propio conocimiento. Para un aprendizaje y una autocrítica permanente.

2. Promover un conocimiento pertinente. Con información sobre intereses múltiples y capacidad de plantear y de resolver problemas.

3. Enseñar la condición humana. La educación deberá enseñar a aceptar las particularidades culturales de cada individuo y de cada sociedad de la aldea global y hacer que todos se sientan ciudadanos de la Tierra.

4. Comprender que los humanos tienen un destino común y planetario. Para así elaborar una misma conciencia antropológica, ecológica, cívica y espiritual.

5. Enfrentar las incertidumbres. La educación debe preparar para manejarse a quienes serán los hombres que habitarán un mundo hoy impredecible.

6. Enseñar la comprensión. Tanto interpersonal e intergrupal como global. La comunicación no implica comprensión. Por eso es necesario promover la empatía y combatir el egoísmo, el etnocentrismo y el sociocentrismo.

7. Promover la ética del género humano. Promoviendo la democracia con consenso y aceptación de reglas y también con diversidades y antagonismos para vivir en un mundo en el que los compromisos y las interacciones son a escala global.

 

Las inteligencias múltiples

El Proyecto Zero fue creado a comienzos de la década de 1970 en la Universidad de Harvard por el filósofo Nelson Goodman con el propósito de estudiar y mejorar la educación en las artes pero luego se extendió a toda una forma de encarar el conocimiento. Este Proyecto prevé la existencia en los humanos de inteligencias múltiples. Esta teoría sugiere que los individuos perciben el mundo en por lo menos ocho formas diferentes que corresponden a ocho formas de la inteligencia: lingüística, lógico-matemática, musical, espacial, corporal-kinestésica, naturalista, interpersonal e intrapersonal, y que los programas educativos deben fomentar todas estas formas de pensamiento.

 

Texto: Adriana Aboy y Silvia Fittipaldi

Fotos: Istockphoto