La mentira es un signo a descifrar, explorar. Puede ser que el niño no se sienta seguro ante los mayores o que lo haga como resultado de un sentimiento de frustración. Las razones más frecuentes son:
* Miedo a ser castigados.
* Imitar a los adultos (cuidado, el niño capta cuando un adulto lo hace y, si mamá o papá mienten, ¿por qué no él?).
* Desorientación o precaución ante los adultos.
* Deseo de alardear o fanfarronear, llamar la atención.
* Malas influencias del grupo de pertenencia.
* O para proteger a otro.
Qué hacer
Dentro de las estrategias que los papás pueden adoptar, se pueden mencionar las siguientes, por ejemplo:
* Dialogar con el niño sin hacer foco en la mentira, sino en la conducta que adoptó.
* Otorgarle el “beneficio de la duda”.
* No etiquetarlo ni rotularlo (por ejemplo como mentiroso), porque generan encasillamientos.
* Charlar, explorar en forma conjunta las consecuencias de mentir y favorecer el aprendizaje de hacerse cargo de las consecuencias.
* Nunca recurrir a castigos físicos; en cambio, optar por sanciones acordes a lo sucedido.
* Transformarse en el mejor ejemplo y decir siempre la verdad. Ojo con el viejo refrán de “Haz lo que yo digo y no lo que yo hago”; el niño que ve que alguno de los padres se hace negar cuando lo llaman por teléfono, interpreta que mentir está bien.
* Elogiarlo cuando procede bien y, si el problema se va de las manos, no dudar en consultar con un profesional para encontrar el camino adecuado que lleve a la solución.
Texto: Adriana Aboy
Ilustración: Istockphoto