El objetivo de todos es ahorrar energía y poder controlar las facturas de gas y luz del hogar. Instalar paneles solares y cambiar todas las lamparitas no sirve de mucho si antes no se verificó la correcta aislación de las paredes y techos de la casa. Todos los especialistas en sustentabilidad coinciden en que el primer paso para cuidar el consumo energético es aislar bien, “abrigar” la casa. Esto se puede planificar fácilmente antes de construir, y también se puede mejorar en el momento de encarar una reforma.
Una casa bien aislada térmicamente evita riesgos de condensación interior y el crecimiento de hongos que pueden afectar la salud de la familia.
En la provincia de Buenos Aires y en la ciudad de Rosario todas las construcciones nuevas deben cumplir con algunos requisitos respecto a la eficiencia aislante de sus paredes y techos (en la ciudad de Buenos Aires está en proyecto una disposición similar). La Ley 13.059 de Acondicionamiento Térmico en la Construcción, en la provincia de Buenos Aires, fija los valores mínimos de aislación que deben cumplir las obras nuevas. A grandes rasgos, la ley establece que se deben utilizar en forma obligatoria las normas técnicas del IRAM. Esto quiere decir, por ejemplo, que una casa no puede tener paredes de ladrillo hueco y revoques porque esta solución (muy utilizada) no llega a los niveles mínimos. Para que el plano sea aprobado, se deberá optar por una solución más eficiente, ya sea cambiando el tipo de bloque o agregando algún material aislante.
Una investigación del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) pone en contexto la importancia de estas medidas: si las construcciones bonaerenses estuvieran correctamente aisladas en sus pisos, paredes, techos y ventanas, la demanda de energía se reduciría alrededor de un 43%. Un número similar se podría alcanzar a nivel nacional.
El ingeniero Alberto Englebert, asesor de Andima (Asociación Nacional de Industrias de Materiales Aislantes) afirma que “la forma más eficiente de ahorrar energía es aislar térmicamente las construcciones, ya que las residenciales consumen el 24% del total de la demanda de nuestro país y las públicas y comerciales, un 8%”. Según el especialista, los esfuerzos en este sentido son muy eficaces porque cerca del 60% del consumo de energía de los edificios se gasta en calentar o enfriar los ambientes. “El aislamiento puede permitir un ahorro del 85 % sobre ese total, es decir que es enorme”, enfatiza Englebert.
La ley de la provincia de Buenos Aires exige de 7 a 8 centímetros de aislante liviano en los techos y 2 centímetros en las paredes. Pero en los Estados Unidos la exigencia es de 9 a 20 centímetros en el primer caso y de 20 a 40 en el segundo, de modo que apenas se está dando un primer paso en este sentido.
Soluciones para las obras nuevas y refacciones
El costo de aislar correctamente una vivienda se puede recuperar en un corto tiempo, al reducir notablemente el consumo de energía. Este ahorro permitirá una ganancia neta a lo largo de la vida útil de la casa. En la web www.aislayahorra.com.ar estiman que con la reducción del consumo de luz y gas se puede ahorrar hasta un 60 % en las facturas de servicios.
Efectivamente, el costo por m2 de aislación ronda los 20 pesos (dependiendo del espesor y del material), un valor muy bajo respecto al costo total del techo o de una pared nuevos.
Cuando en una casa las paredes están frías en invierno o muy calientes en verano, o tienen manchas negras (generalmente en la esquina con el techo) o incluso se humedecen por dentro cuando la estufa está encendida, son todos síntomas de que no está suficientemente aislada. Para estos casos, también hay soluciones para revertirlo.
A los materiales aislantes, y a los insumos para la construcción en general, cada vez se les exige un mayor grado de sustentabilidad. Ahora, la tendencia mundial es que los aislantes sean reciclables, contengan materias primas de reuso y carezcan de sustancias tóxicas (como plomo o tolueno) o compuestos volátiles.
Así, surgieron termoacústicos no tradicionales fabricados con materia prima de origen vegetal, como algodón, celulosa, cáñamo, yute o soja. Y algunos aislantes clásicos, como las mantas de lana de vidrio, han incorporado porcentajes de materia prima de reuso o sustituyen sustancias de origen petroquímico o nocivas para la salud.
Entre los aislantes alternativos, se destaca una espuma proyectable en base a celulosa (www.aislantescelulosicos.com). Otra opción es la lana de roca volcánica, de color blanco, similar a la lana de vidrio (www.willich.com.ar).
Entre los aislantes más innovadores, vale mencionar una manta termoaislante, de origen estadounidense, confeccionada con tela de jean reciclada y fibras de algodón (www.greenjeansinsulation.com). Está fabricada con fibras naturales, capaces de absorber el sonido y la temperatura, que reciben un tratamiento para cumplir con las exigencias para protección ante incendio.
La empresa francesa Isoa (www.isoa.fr) fabrica mantas aislantes de lana de algodón (reciclado de ropa y recortes de la industria textil), de lana de oveja, de lino y hasta de plumas de pato. En todos los casos, el aislante recibe un tratamiento de higienización, ignífugo y antihongo.
También se pueden consultar las páginas web de Isover (www.isover.com.ar) y de la Asociación Nacional de Industrias de Materiales Aislantes de Argentina (ANDIMA) www.andima.com.ar.
En la galería de fotos les mostramos algunos ejemplos de aislaciones con diferentes materiales.
Texto: Arq. Paula Baldo.
Fotos: Gentileza Andima e Isover.
Ilustración: Omar Panosetti.