La sensación es la de un decorado de televisión: las casitas parejas, perfectas, con arquitectura simétrica, ventanitas y puertas a la calle, pintadas de colores estridentes – ninguna igual a la de al lado-, pasillos, puentes y calles pequeñas que comunican una superficie de apenas medio kilómetro cuadrado, surcados por canales en los que no hay góndolas, sólo barcos y lanchas de pescadores, y una única Iglesia cuyo campanario inclinado confirma ese aire de ficción que la envuelve. Pero no es un decorado. A apenas 7 kilómetros de Venecia, en la Laguna de Venecia, y también parte de la jurisdicción de Venecia, más allá de la famosa isla de Murano, hay otra mucho menos conocida y visitada pero con un encanto inigualable: se llama Burano y es un lugar de ensueño. Burano es una de las islas del archipiélago de la Laguna Veneciana y se encuentra situada al norte de Venecia, más allá de la más famosa isla de Murano y muy cerca de la de Torcello. Si bien en la actualidad, los vecinos de Burano están obligados a mantener bien pintadas las fachadas de sus casas, se dice que desde el origen de la ciudad sus habitantes las pintaron así con el fin de poder llegar hasta ellas en los días de niebla. Como las demás islas de la laguna Véneta, fue habitada por los antiguos habitantes del norte de Italia que huyeron de la península debido a las invasiones bárbaras y está construida sobre palafitos. Las primeras viviendas fueron hechas con muros de caña y solamente a partir del año 1000 d.C. fueron edificadas las primeras casas de material. La calle principal, que lleva el nombre del compositor nacido allí Baldassare Galuppi -que da nombre también a la única plaza del lugar, tiene una oferta variada del lugar donde comer pizza, pasta y frutos de mar. Por supuesto, no faltan las gelaterias ni todos los souvenirs típicos venecianos. Pero además, así como Murano es famosa por sus cristales, Burano lo es por la producción de encaje de hilo, un tejido finísimo y artesanal con el que se hace productos de blanquería, prendas de vestir y hasta paraguas. La isla se recorre caminando en poco tiempo, pero invita a quedarse durante el día y regresar cuando el sol ya empezó a caer, para disfrutar de la vista de Venecia al atardecer.
Leé también sobre el carnaval de Venecia aquí
Texto: Paula Bistagnino.