Este sitio funciona únicamente en las ultimas versiones de los navegadores.
Por favor, actualizá tu navegador.

Suscribite a nuestros newsletter - enterate de todas nuestras noticias

Quiero suscribirme a...




Search
26 de octubre, 2016

“Soy la actriz que quería ser cuando empecé”

Malena Solda, una de las protagonistas de Los ricos no piden permiso, habla de su trabajo, de lo que tuvo que resignar para ganar y de la maternidad. Una charla entre mujeres.

 
 

No hubo un momento revelador en el que haya descubierto la vocación o el amor, como quiera que esa sensación de certeza se llame, por la actuación. Fue distinto, pero quizá todavía más fuerte: desde que era chica, muy chica, antes de empezar a leer y escribir, antes de que pudiera verbalizarlo, la pequeña Malena quería ser actriz. “Desde siempre. No me acuerdo de haber querido ser otra cosa”, dice con más de más de dos décadas de trabajo encima. Y cuenta: “Aparentemente, según me cuentan mis padres y me acuerdo que hasta mis compañeras de primer grado me lo decían, yo ya lo sabía. A los 9 años, mi mamá me llevó a tomar clases a lo de Hugón Midón, porque cuando me llevaban a ver las obras yo me quería subir al escenario y en mi casa bailaba y cantaba… Me llevó como una actividad más, para que me expresara, sin pensar que terminaría acá. Pero por suerte me llevó”, recuerda.

El debut profesional llegó a los 17 años con Montaña Rusa, la serie juvenil de Canal 13 de la que salió toda una generación de actores y que para ella fue la plataforma desde la que se paró en un medio que no siempre es fácil. Hizo decenas de tiras en horario prime time, con ratings altísimos, con papeles protagónicos: Gasoleros, Jesús el heredero Pero también mucho teatro con papeles que la colmaron de satisfacción.

-Montaña Rusa fue el comienzo y ahora se cumplieron 22 años. ¿Qué te pasa cuando mirás ese recorrido?
-Sí, fue el comienzo profesional. No pienso mucho en todo lo que hice. Reflexiono un poco sobre lo que hice cuando me encuentro con compañeros actores y me doy cuenta de que conozco a mucha gente y digo, guau, cuántas cosas que hice. Reflexiono más sobre lo que quiero hacer en el futuro.

-¿Qué te gustaría en el futuro?
-Creo que el equilibrio de lograr vivir un poco más tranquila y no tan al día como nos pasa a muchos hoy acá en la Argentina. Para poder estudiar algunas cosas, para poder viajar, para poder hacer contactos afuera y trabajar en algún otro lugar. Para eso se necesita tiempo. También me gustaría poder hacer más cine y un cine corrido de lo cotidiano: películas de época, de ciencia ficción, en otro idioma…

-¿Sos la actriz que querías ser?
-Si pienso en esa actriz que quería ser cuando empecé a los 17 años y lo que soy ahora, es bastante parecido. Noto cierta coherencia entre lo que buscaba entonces y donde estoy. He podido balancear un poco las cosas como para poder vivir de la profesión haciendo lo que a mí me gusta.

-¿Qué tuviste que resignar o por qué tuviste que batallar para lograr eso?
-Pude balancear una vida que tienen mucha exigencia y mucha demanda que tiene este trabajo no sólo en horas de trabajo y exposición, mucho más ahora con las redes que no te dan descanso,  y además también estar siempre divina… Hacer eso, cumplir con eso, pero seguir formándome y no perder el contacto con mis emociones, que es con lo que un actor trabaja, y que a veces uno cuando viene muy acelerado, se pone en piloto automático y resuelve…

-¿Qué lugar tiene en el balance la vida familiar?
-Creo que supe tomarme tiempo para desarrollar también otros aspectos de mi vida como persona, que no tiene que ver con lo laboral: viajar, formar una pareja, tener un hijo, cultivar mis amistades, poder sostenerlas en el tiempo. Eso es parte de un aprendizaje también.

-Tuviste una gran crisis en la que te fuiste a Londres. 
-Sí,  fue paradójico: porque sentía que necesitaba descansar, no sabía para qué quería ser actriz, estaba agotada. Y me anoté en un curso que eran diez horas diarias de teatro. Y esa formación tan integral, porque bailaba desde flamenco hasta danzas históricas y hacía mimo, además de hablar inglés todo el día. Todo eso me sirvió muchísimo para volver a mi esencia. Decir: “Ah, yo quería ser actriz por esto, porque me gusta jugar, aprender, descubrir cosas mías…”. En ese tiempo me respondí el por qué hacía eso, que aun no lo había respondido. Tenía el para qué, pero no el por qué: y pude responderme que era porque es lo que me hace feliz y lo que se conecta con algo muy profundo que es ese disfrute infantil. 

-¿Cómo cambió tu vida y el vínculo con la profesión la maternidad?
Al principio fue muy caótico, sobre todo en mi cabeza: no me acordaba de nada y sentía que había perdido todos los recursos que había aprendido durante tantos años. Y en realidad era que mi corazón y mi cabeza querían estar con mi niño. Y la contradicción era gigante. Sobre todo el primer año. Y después dormía mal y estaba cansada. Y es muy difícil trabajar con las emociones con sueño… Ahora que está más grande y que se puede expresar ya es todo más armonioso. Porque si me dice que me extraña o que quiere algo, me lo llevo conmigo y me organizo. Y me siento mucho mejor y trabajo mejor.

-Tu  malvada de Los ricos no piden permiso no es el personaje habitual. ¿Te gusta que te hayan llamado para eso?
Sí. Y está buenísimo poder salir de ciertos límites que te impone el hacer siempre el mismo personaje. Me permite ser muy creativa y puedo jugar con el maquillaje, el peinado, los accesorios. Y no tiene nada que ver conmigo, por otra parte…

-¿Qué ponés en la balanza a la hora de elegir un laburo? 
-Va variando, depende del formato para que se convoque. Si es teatro la historia es primordial, porque uno tiene que volver a pasar por lo mismo todos los días. Pero también es importante con quién la voy a hacer y no sólo que sean buenos actores sino buenas personas. En televisión uno se la juega más a su personaje y nunca sabe bien hacia dónde va a ir la historia. Pero si tiene potencial, aunque  no esté desarrollado.

-¿Cuáles son los momentos de mas satisfacción?
-Para mí fue muy importante hacer Una bestia en la luna, la película de Lucía Cedrón por la que gane muchos premios, hacer Yerma en el Teatro Nacional Cervantes, Tres hermanas… Eso como actriz, pero profesional y humanamente fue muy importante Montaña Rusa.

-Hablabas de los premios… ¿Qué significan para vos?
-Es muy curioso lo que pasa con los premios, porque te los dan por personajes que vos te imaginabas o que no sentiste como sacrificados… Por Yerma no me dieron premios y para mí tuvo mucho trabajo y sacrificio: me corté las dos manos en el escenario, terminé l obra y no pasó nada. Yo los vivo como un mimo de esa noche, donde toda la gente que te quiere se pone contenta por vos y yo me pienso en mi familia, en los que me apoyaron… Pero al final uno lo que quiere son más oportunidades para seguir haciendo esto. Y no necesariamente eso está ligado.

 

MALENA POR MALENA 

Un personaje que te gustaría hacer: cualquier personaje clásico de Shakespeare, hombre o mujer. Hoy se transgreden los géneros, así que podría hacer cualquiera.
Un momento de la vida al que quisieras volver: a ese año que pasé en Londres y a los primeros días de vida mi hijo.
Un lugar en el mundo: me encantan las Termas de Copahue, porque me dan paz, y también me gusta Londres, que no me da paz, pero me hace sentir especial.
Un olor que te transmiten felicidad: el perfume que usaba mi abuela.
Cosas que me gustan celebrar: me gusta celebrar el cumpleaños de mi marido y de mi hijo, más que el mío. Y también me gusta celebrar el día del niño y que me celebren el día de la madre.

 

Texto: Ana Césari
Foto: Diego García
Producción: Anita Nava
Vestuario: Vitamina. Zapatos: Mishka
Locación: Design & Art. Fundación Patagonia Flororing