Natalia Oreiro aparece espléndida, como siempre, en una sala de un hotel cercano al Obelisco. Lista para una jornada de prensa que empezó muy temprano a la mañana, con el pelo impecable, la boca roja perfecta, y esa sonrisa y carisma que la convirtió en una celebridad internacional con cientos de miles de seguidores en toda América Latina pero también en países de Europa del Este, con Rusia a la cabeza y República Checa, pero también Israel. “Acá estoy, bien, muy casual”, dice y se ríe sobre el maquillaje y la ropa. Es que, a pesar de que tiene más horas de producción en su vida que de entrecasa, su estilo sigue siendo muy relajado y poco formal. “Es mi trabajo, es lo que amo, pero para mi vida prefiero estar relajada”, dice. Y es cierto: instalada en zona norte de la provincia de Buenos Aires con su marido, el músico Ricardo Mollo, y el pequeño hijo de ambos (Merlín Atahualpa, de 6 años), en una casa rodeada de verde, con una huerta orgánica, y mucha música.
Acaba de estrenar “Re loca”, una comedia muy divertida en la que comparte elenco con Fernán Mirás, Diego Torres, Gimena Accardi y Malena Sánchez. Interpreta a Pilar, una publicista con un marido artista –y algo vago-, que un día se harta de todo y de todos y tiene una especie de día de furia. “Me encantó volver a la comedia y a divertirme con un papel así, de una mujer que decide patear el tablero…”, dice la actriz y cantante uruguaya.
-¿Cumplís la fantasía tan común de levantarse un día y mandar todo al demonio?
–Si, como una especie de heroína de alguien que no aguanta más y manda a todos literalmente al carajo. Yo creo que no es una búsqueda del personaje y que ella termina así pero porque esta como en una olla a presión que no sabe cómo resolver. Eso es muy común también, el tragar no. Hasta cuando es suficiente el menosprecio y el maltrato. Cuándo puede soportar un ser humano.
-¿Cuál es el límite de eso?
-El otro. Es muy liberador decir la verdad pero la consecuencia de eso puede ser tremenda. El tema es que uno después no puede salir a herir gente porque sí, cuando en realidad ella también dejó estar y aguantó y no habló.
-¿Te parece que se podría haber hecho con un hombre?
-Me parece que si fuera un hombre le pasaría exactamente lo mismo. Es como Un día de furia pero más en tono de comedia e interpretado por n chica. Me parece que todos, más allá del género, vivimos atravesados y a veces hasta atrapados por presiones sociales, culturales, profesionales y hasta familiares. Y cuando es el momento de decir basta y de qué forma es el tema, ¿no?
-A nivel personal, ¿tuviste este quiebre en tu vida? ¿Lo tuviste para ser artista?
-No, esa decisión para mí fue muy temprana. Para mí fue bastante orgánico porque empecé de muy chica con esto y no tuve que patear ese gran tablero de cambiar de una cosa del día para el otro. Estudié teatro en una biblioteca pública que se llamaba Horacio Quiroga por recomendación de un maestro que ya veía en mí una inclinación y una pasión. Nunca fue algo abrupto para el otro.
-¿Y alguna renuncia o cambio en medio de la carrera?
–Eso sí, porque acá de lo que estamos hablando es de cómo toma el otro un cambio de 180 grados en tu personalidad. Sí me ha sucedido, en algún momento, encontrarme inmersa en un camino que si bien había elegido no estaba siendo tan afín y decidí frenar, siendo muy chica y barajar de nuevo. Yo lo llamo el precio de mi libertad. Porque de libertades estamos hablando: de decir qué es lo que quiero y cómo lo quiero. Sin importar qué es lo que eso vaya a generar, porque un poco lo que le pasa al personaje es muy difícil separarte de alguien a quién querés mucho, es más fácil separarte de alguien a quién odiás.
Mirá el tráiler
-¿Y en tu caso qué pasó?
-En mi caso, me resultó muy difícil dejar de hacer algo que tenía mucho éxito. En su momento televisión diaria continua y esas giras constantes con mis discos. Porque yo quise dejar de cantar durante mucho tiempo porque quería hacer cine. Y claro, la gente que profesionalmente me acompañaba no estaba para nada de acuerdo. Del otro lado me decían que estaba loca, que no lo hiciera. Yo era muy chica y pensaba, bueno, será el precio que tendré que pagar por mi libertad.
-¿Hubo alguna situación en la que te dijeran: “Estás re loca”?
-No hace falta que te digan textualmente que estás loca para saber intuir o darte cuenta de que del otro lado lo piensan. Así que sí, me pasó, me pasa. Creo que a todas las mujeres nos lo dijeron alguna vez. Pero creo que es esto de que los demás esperan algo de uno, se acostumbran a lago y quieren que seas siempre así, y no. Y creo que siempre la primera reacción es de rechazo y de cuestionamiento pero que después la gente se acostumbra, eso se naturaliza, por eso uno tiene que ir por los deseos y la felicidad de uno. Creo que la convicción y la fuerza interior son fundamentales y que uno tiene que darle bola al deseo y dejar de repetir patrones por comodidad y por miedo. Cuesta mucho despegar de la rutina y la alienación social, que uno no quiere desentonar con la masa y entonces termina siendo un montón de algo que no sos vos.
-Es muy actual en un punto el tema de la película: a tu personaje la agreden por ser mujer.
-Es muy actual el tema y nosotros reivindicamos, justamente, esto de “sí, soy re loca ¿y qué? Sí, re loca y me encanta. Y ella toma esa bandera, porque también es una acusación… la película sin dudas que es una comedia sobre hechos un poco trágicos, y se necesita que ella reivindique eso.
-¿Cómo vivís este momento del feminismo vos?
-Estuve en el Congreso cuando se aprobó la media sanción de la Ley de Aborto, también en cada movilización del “Ni una Menos” que pude. Pienso que es un momento transformador que la Argentina está viviendo con mucha fuerza pero que no es solamente acá y que es mundial. Creo que lo más interesante es que nadie es ajeno, porque los varones tampoco y estamos todos aprendiendo. Yo también. Y celebro mucho las libertades individuales en todo sentido.
Texto: Ana Césari.