Una de las decisiones más difíciles a la que se enfrentan los padres,  es la de permitir que los chicos comiencen a independizarse. Cuándo, cómo y dónde hacerlo de la manera más segura posible.
Todo depende de la   madurez y autonomía que haya adquirido el chico, pero también de otros factores como el entorno físico y la red de apoyo con la que contemos. “Lo primero que hay que entender es que el temor es más de los padres que de los hijos -explica la licenciada Manuela Urioste, psicóloga especialista en niños y adolescentes- , que debido a la  la inseguridad que vivimos, es un miedo real. Como padres debemos generar esa independencia en esta nueva etapa porque si lo sobreprotegemos fomentamos en ellos una dependencia que, a la larga, se volverá contra nosotros«.

Por mucho que lo deseemos, no podemos estar seguros de que nuestros hijos nunca se van a encontrar con alguien que trate de molestarles o aprovecharse de ellos. Pero sí que es posible darles las herramientas para que sepan manejarse y/o defenderse fuera de casa, enseñándoles estrategias para manejar situaciones potencialmente peligrosas que pueden surgir al dar sus primeros pasos solos en el mundo exterior. Y, sobre todo, mostrarles cómo pueden evitar verse envueltos en conflictos indeseados.

Una de las primeras cosas que suelen pedir al llegar a esta edad es acercarse solos a casa de algún compañero del colegio que viva cerca. Si sabe el camino, porque ya lo hizo con los algunos de los padres en diferentes ocasiones- debe llamar por teléfono al llegar y otra antes de salir de vuelta a casa. Esas precauciones nos harán sentir a ambos, padres e hijos, más tranquilos.

Durante los últimos meses de la escuela primaria, el adulto puede comenzar a dejarlo ir solo y seguirlo a una distancia prudencial (sin que el niño o niña sepa) para chequear cómo se comporta. Eso nos dará más tranquilidad.

Lo más importante es planear con él estrategias que le permitan enfrentarse a situaciones que podrían surgir fuera del hogar. «Hay que hablarle de ellas y explicarle lo que tiene que hacer, incluso a través de juegos,sin llegar a obsesionarse o a asustarle. A través del juego,  los padres podemos presentar distintas situaciones y preguntarle cómo actuaría en cada situación. Por ejemplo  «¿Qué harías si se te rompe la bici en el parque y un desconocido te ofrece  su ayuda?». Si su respuesta no es la que esperábamos, es el momento para explicarle qué es lo más aconsejable.

 Asesoró:  Manuela Urioste, psicóloga y especializada en psicoterapia gestáltica con niños, jóvenes y adultos. Creadoras de @juegosparaconocernosmejor