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20 de marzo, 2021

Construyendo una buena autoestima

La autoestima se construye, así que posibilidades de hacerlo, tenemos todos. Nadie dice que es fácil, pero hay que proponérselo. Aquí, algunas puntas para arrancar a estar mejor con nosotras mismas.

Sí, así es: la autoestima se construye y, por lo tanto, es algo que está al alcance de todos. Tiene que ver con construir algo diferente. Para hacerlo hay que cambiar tres cosas:

1. La actitud con la que se encaran las cosas.
2. Las expectativas que se tienen al respecto.
3. La forma de pensar e interpretar acontecimientos que ocurran.

En todos los casos, se trata de variables sobre las que podemos accionar porque son posibilidades que están en nuestro interior. Entonces, ¿en qué habría que enfocar?

  • Centrarse en el presente. Si ansiosamente nos volcamos al futuro, no vamos a poder crear las herramientas para llegar a ese pretendido buen destino.  Ubicarse en el presente ayuda a mejorar la auto-observación para conocernos mejor y tomar mejor contacto con nuestros recursos y potencias y también con nuestros puntos débiles (para mejorarlos). Si focalizas mejor en el momento presente, te tranquilizarás y podrás tener una mirada más amplia.
    Tarea: 15 minutos de meditación por día, ejercidos con constancia contribuirán enormemente a que puedas estar más ubicado en el presente.
     

  • Ser consciente. Ejercitar el hecho de ser consciente de lo que se está pensando (los pensamientos son solo eso y no hechos) y de cómo se lo está sintiendo. De acuerdo a cómo se piensa, es cómo se construye la realidad y, en consecuencia, el modo en que se conceptualiza la vida es lo que va a influir en cómo nos comunicamos con los otros, qué acciones (y reacciones) tendremos. El hecho de estar en contacto con nuestros pensamientos nos permitirá construir la propia realidades de manera más positiva (y posibilitadoras) o más negativa (y limitantes). El ser consciente de ese diálogo interno nos permitirá detectar la tendencia negativa, detenerla y dejar ir al pensamiento (soltarlo), al no tomarlo como una verdad absoluta, sino únicamente como una posibilidad.
    Tarea: este trabajo de centrarse en los pensamientos, reconocerlos, dejar ir algunos, es algo que se ejercita (técnica de Mindfulness).
     

  • Desdramatizar. No les tengamos miedo a los pensamientos. Son solo unas simples ideas,  a menos que traslademos su influencia a la realidad convirtiéndolos en hechos. Consejo: mirarlos en contexto y relativizar su tan temida influencia.
    Tarea: incorporar el humor para no caer en pensamientos catastróficos.
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  • Practicar la gratitud. Para ser agradecido es necesario poder ver lo positivo que tiene la vida y que tenemos cada uno de nosotros.
    Tarea: escribir todos los días en un cuaderno 10 cosas positivas o lindas que vimos, que hicimos o que nos ocurrieron.
     

  • Ser consciente del acompañamiento que el cuerpo les hace a las emociones.  Es incongruente adoptar una actitud corporal vencida o cansada y sentirse activado y listo para sentirse más fuerte y positivo.
    Tarea: pararse derecho, relajar los hombros, subir la barbilla y relajar los brazos abiertos al costado del cuerpo. Estaremos creando una actitud corporal optimista que terminará influyendo en nuestra forma de movernos en el mundo.
     

  • Buscar ser positivo. Las cosas negativas que se escuchan o se ven, influyen en el estado de ánimo. No se trata de estar desinformado o negar las cosas, sino de incorporar una visión más positiva y posibilitadora (sin perder realismo, por supuesto).
    Tarea: proporcionarse estímulos positivos (escuchar música o ver videos con mensajes positivos, buscar noticias positivas que ocurren en nuestra realidad y en el mundo) y de esa manera contrarrestar la balanza respecto a los pensamientos negativos que pudieran estar influyéndonos.
     

  • Rodearse de gente positiva. Es muy difícil tener una perspectiva positiva de la vida, de uno mismo y de las cosas que pasan si constantemente se recibe una actitud negativa al respecto del entorno que nos rodea.
    Tarea: en lo posible, juntarse con personas con energía y ganas de hacer cosas, que sean sanas física y mentalmente, que encuentren disfrute en las cosas de su vida.
     

  • Ser solidario. La amabilidad hacia los otros nos enriquece y nos llena de alegría, nos conecta con lo mejor de nosotros mismos.
    Tarea: todos los días trata de tener al menos un acto de amabilidad hacia los demás, sean quiénes fueran.
     

  • Perder el miedo a las críticas. Esto puede impedir que hagamos lo que realmente queremos hacer. Funciona como una barrera mental.  Hay de dos tipos: las personales, con lo cual ayuda aplicar el humor, relativizar el comentario y, en última instancia, pedir un cambio de comportamiento; y las que hacen referencia a alguna tarea que realicemos. En este caso, lo mejor es pedir especificaciones al respecto y tomarlas como una oportunidad de aprendizaje.
    Tarea: practicar la tolerancia a las críticas comenzando por aquellas que vienen de las personas más alejadas de nuestros afectos (éstos son los más difíciles de no dejarnos influir).
     

  • Centrarse en las posibilidades. Entre tantas cosas que no se pueden hacer y tantas que sí podemos realizar, mejor nos centramos en estas últimas. En lugar de perder tiempo y energía en cosas que no están a nuestro alcance, hay que dedicarse a pensar cómo se van a encarar lo que sí es posible.
    Tarea: prestar atención a las pequeñas cosas y detectar las posibilidades que nos otorga en lugar de las barreras. Con esto practicamos la flexibilidad psicológica.

    • Aceptar los momentos de tristeza. A veces, inevitablemente, nos vamos a sentir tristes. En estos casos, lo mejor es aceptarlos, verlos como algo normal en la vida y tranquilizarnos, dándonos cuenta de que son temporales. Va a pasar.
      Tarea: ante un acontecimiento negativo, no desesperemos. Ya pasará… y el sol volverá a salir.

    Asesoró: Lic. María Gabriela Fernandez, psicóloga / http://www.institutosincronia.com.ar/