Las enfermedades respiratorias son la primera causa de consulta, durante el otoño y el invierno, tanto en niños como en adultos. Algunas de ellas son típicas de los primeros años de vida y su pico se espera para el mes de julio. Algunas son más “inocentes” que otras; lo importante es, ante los primeros síntomas, recurrir al pediatra de cabecera para que él haga un acertado diagnóstico y recomiende los pasos a seguir. Más allá de eso, siempre es bueno saber cuáles son sus síntomas, cómo se tratan y fundamentalmente, cómo prevenirlas.
Males que quitan el aire
Dentro de las enfermedades más comunes en esta época se encuentran:
• Resfrío: es una enfermedad viral aguda producida por más de cien virus diferentes. Se caracteriza por presentar obstrucción nasal, estornudos, rinitis y, a veces, fiebre. Se calcula que los niños menores de dos años pueden presentar entre tres y ocho resfríos por año, La cantidad varía de acuerdo a si el chiquito es alérgico, al número de hermanos, a la cantidad de personas que viven con él y si concurre o no a una guardería. La enfermedad es totalmente benigna y dura un tiempo limitado; lo importante es mantener la vía aérea permeable mediante nebulizaciones con soluciones salinas o por medio de vapor, además de la aspiración de las secreciones nasales.
• Laringitis Espasmódica Aguda (Falso Crup): esta inflamación de la laringe aparece en niños predispuestos y tiende a repetirse, siendo rara después de los cinco o seis años. El cuadro comienza en forma brusca, casi siempre durante la noche, con tos perruna e inspiraciones ruidosas, que hacen que el pequeño trate o se incorpore en la cama por la sensación de ahogo; puede llegar a producirse temperatura alta. Se la trata con vapor o nebulizaciones con solución salina tibia y medicamentos con cortisona por vía oral. Rara vez, antibióticos.
• Adenoiditis: es una patología bastante común en los lactantes que consiste en la inflamación de las adenoides, lo cual provoca congestión de las vías aéreas superiores, ronquido, a veces fiebre y, como complicación congestión de tímpanos u otitis media aguda. Al igual que en los casos anteriores, el tratamiento se basa en nebulizaciones, vapor y aspiración de secreciones y, a veces, antibióticos.
• Bronquiolitis, neumonía, neumonitis: tienen incidencia invernal y, distintos estudios internacionales, han demostrado que estas infecciones son provocadas en un 70 u 80% por distintos virus. Lo que primero se presenta es la bronquiolitis, con síntomas de congestión de vías aéreas superiores, tos y, eventualmente, fiebre. El cuadro continúa con obstrucción bronquial acompañada por el característico silbido y el aumento de la frecuencia respiratoria. Según la severidad del cuadro: dificultad para respirar, si se alimenta o no, si tiene quejido, si se acelera la respiración (taquipnea), si aumenta la frecuencia cardiaca, se la trata en forma ambulatoria con nebulizaciones con broncodilatadores y según la severidad, el uso de corticoides. Ante ciertas complicaciones puede indicarse la internación.
La prevención
Si bien es cierto que muchos padres suelen consultar al médico ante la aparición de síntomas o signos que consideran anormales en su hijo, no está de más la reiteración en la población en general de algunas medidas de prevención básicas para estas enfermedades. Hay que:
• Evitar el hacinamiento (la convivencia de más de dos personas en un mismo dormitorio) y los ambientes excesivamente calefaccionados (diferencia térmica de un ambiente a otro superior a los 20°C)
• Ventilar los ambientes. Aprovechar cuando hay menos gente en la casa y abrir ventanas durante algunos minutos, para que se renueve el aire.
• No permitir fumadores en lugares con escasa ventilación
• Controlar que los ambientes estén bien ventilados.
• Realizar una alimentación sana y variada.
• Aislar, dentro del hogar, a personas tosedoras crónicas que no son controladas por un médico.
• Cumplir con el calendario de vacunas.
• Solicitar y ver que se realice, un control sanitario minucioso en guarderías y jardines de infantes.
Acerca de la gripe
La gripe es una infección respiratoria altamente contagiosa producida por el virus Influenza, del cual periódicamente aparecen nuevas cepas. Presenta síntomas como: fiebre elevada, cefaleas, vómitos, tos seca, y en algunos casos, rinitis, conjuntivitis, y faringitis. Este estado suele durar de 2 a 4 días. La gripe aparece en casos aislados o en forma de brotes que pueden llegar a epidemias, principalmente en épocas de invierno. El período de incubación es de entre 1 y 3 días. En niños pequeños es frecuente la complicación con otitis media aguda y bronquitis.
El tratamiento de la gripe consiste en el adecuado manejo de los síntomas con el uso de antitérmicos, nebulizadores para la desobstrucción de las vías respiratorias altas (cuando el médico lo vea necesario), el reposo y la continua ingesta de líquidos.
Se recomienda consultar urgente al médico si aparecen estos síntomas:
• Respiración agitada.
• Color azulado en la piel.
• Rechazo a los líquidos.
• Rechazo a despertarse o interactuar con los otros.
• Falta de ganas de que lo alcen.
• Si los síntomas similares a los de la gripe común mejoran pero luego regresan con fiebre y una tos peor.
• Fiebre con sarpullido.
Dentro de las medidas de prevención, puntualmente para la gripe, está la aplicación de la vacuna antigripal, las medidas higiénico-ambientales ya citadas para otras enfermedades y ampliamente difundidas como evitar los espacios cerrados, el hacinamiento, higienizarse frecuentemente las manos, y procurar taparse la boca al estornudar.