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11 de agosto, 2014

1, 2, 3… ¡gateo!

Cuando el seguro territorio de la cuna, el cochecito de paseo o los brazos de los adultos empiezan a quedarles "chicos", el bebé comienza a gatear porque lo realmente excitante está más allá... y él quiere descubrirlo.

 

Entre los 8 y los 9 meses las habilidades del bebé crecen en forma acelerada. El inicio del gateo es la primera instancia en el proceso de independencia de un niño y es de gran importancia para su desarrollo. Para ello, los huesos y músculos de los brazos, piernas, cuello y espalda se irán fortaleciendo con vistas a la siguiente etapa –ponerse de pie-, por lo cual el número de caídas y golpes se reducirá. También la columna vertebral y los músculos dorsales y cervicales, toman más fuerza.

Esto obliga a tomar algunas medidas, por su seguridad y para alentarlo:
* Destinar un espacio de la casa para que se convierta en el escenario de sus primeros intentos. Eliminar alfombras que tiendan a deslizarse o fíjelas bien al piso.

* Eliminar la mayor cantidad de obstáculos posible. Tratar que haya pocos muebles y que éstos sean lo suficientemente sólidos y estables como para que puedan convertirse en un buen punto de apoyo si se toma de ellos.

* Mucho cuidado con esquinas y ángulos sobresalientes y, si es posible, poner protectores (goma espuma).

* Otro peligro potencial son los manteles sobre los cuales estén apoyados recipientes con alimentos calientes (platos con sopa, tazas con café con leche o té). Es muy común que los chicos tiendan a agarrarse de uno de sus extremos para incorporarse, con la terrible consecuencia de «bañarse» con algo y sufrir importantes quemaduras. El hecho de que todavía no caminen hace que nos relajemos y pensemos que todavía está sentadito, pero en realidad durante el desplazamiento puede acercarse a diferentes lugares y tener accidentes como el del mantel.

* Preparar un clima propicio, evitando pisos fríos y vistiéndolo con ropa cómoda y holgada. Los zapatitos no son imprescindibles, pero si opta por calzarlo, elegir unos que tengan puntas reforzadas y cuya suela siga hasta el talón.

* Aparece en la vida del bebé el «NO», pero hay que ser prudente con su uso para que no se convierta en algo reiterativo que pierda sentido. El «NO» hay que reservarlo sólo para situaciones realmente peligrosas. Y tener en claro que no sólo es preciso controlarlo para evitar que se lastime o golpee, sino con las cosas que lleve a su boca: cualquier objeto aparentemente inofensivo puede llegar a ser peligroso entre sus manitos. Ese «NO» debe decirse con énfasis. También es bueno hacerlo con una expresión seria y haciendo un gesto con la mano que aprenderá a asociar con lo prohibido.

* Desde sus primeros desplazamientos, los padres deben estar más pendientes que nunca de él y jamás debe quedar solo.

Al igual que se valora y se anima a un niño mayor cuando aprueba un examen o gana algún torneo deportivo esforzándose, de la misma manera es importante reconocer y valorar la tenacidad y el esfuerzo que los más pequeños de la familia dedican para lograr cada progreso motriz o exploratorio.
Es preciso que se le haga sentir lo contentos que nos ponemos ante cada conquista nueva. Cuando después de varias tentativas el niño consigue hacer algo que quería, a menudo mira al adulto y sonríe, para expresar su satisfacción. Es el momento de hacerle entender que valoramos lo que ha hecho con esfuerzo.
Por último, de gatear a caminar hay un pasito. ¡Ya llega!