Durante los primeros años de vida la alimentación juega un rol central en el desarrollo del bebé; no sólo desde el punto de vista nutricional, sino también en lo que hace a su relación social y a su desarrollo psicológico, ya que su primer contacto con el mundo y con la madre es a través del alimento.
Los hábitos alimentarios se adquieren en los primeros años de vida y serán los que determinen las conductas alimentarias futuras; por eso es importante darles a los bebés variedad de alimentos y sabores, teniendo en cuenta la progresión que debe hacerse desde que comienza con alimentos semi-sólidos o sólidos hasta el año, donde ya pueden comer prácticamente todos los alimentos. También es importante que desde temprana edad se acostumbren a los sabores naturales, porque son siempre más saludables. Más aún, no es necesario añadir sal a las comidas, ya que los alimentos tienen naturalmente suficiente sal –sodio– y no es conveniente que los niños se acostumbren desde pequeños a los sabores muy salados. Por otro lado, el sabor dulce les agrada mucho, pero no es bueno que se habitúen al agregado de azúcar de forma exagerada. Añadir sal o azúcar es un hábito adquirido que es mejor evitar, para prevenir enfermedades en la vida adulta.
Bajo estas prácticas de naturalidad desde el comienzo de la alimentación del bebé, lo ideal es elegir la línea de alimentos que ofrecen a las madres diferentes tipos de vegetales, frutas y combinación de carnes y hortalizas en forma práctica, saludable y segura; sin agregado de sal, azúcar ni conservantes químicos. Estos alimentos vienen listos para ser consumidos.
Se comercializan en frascos de vidrio, completamente esterilizados, que han pasado por un proceso de ultra alto vacío; esto quiere decir que una vez que el frasquito se ha llenado con el alimento, se extrae todo el aire mediante vapor de agua segura y se sella mediante una tapa, generando el vacío. De este modo, los microorganismos no podrán desarrollarse al no contener oxígeno. Por medio de esta técnica de conservación natural, se logra que la vida útil del alimento se alargue por más tiempo, sin necesidad de agregar conservantes químicos ni aditivos.
Las distintas variedades van de acuerdo a la etapa del bebé desde colados de manzana o banana, pasando por papillas de pollo y vegetales, hasta trocitos de carne con hortalizas.
Es importante destacar que además de la seguridad y la forma en la que los alimentos son preparados, también es fundamental lavarle las manos al bebé antes de la comida, ya que intentará usarlas para tocar el alimento antes de llevárselo a la boca y así conocer las diferentes consistencias de las preparaciones.
Comenzar la vida con una alimentación saludable, no sólo hará que el niño crezca y se desarrolle adecuadamente; sino que también contribuirá a que tenga una mejor calidad de vida y un menor riesgo de contraer ciertas enfermedades.
Asesoró: Licenciada en Nutrición María Laura Blanco, M.N. 5380.