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6 de julio, 2015

“Si el amor duele, lo mejor es irse”

A los 23 años, Eugenia “la China” Suárez debuta en cine, disfruta de la maternidad y vive el amor con el español David Bisbal (y convive con los rumores de separación…). Seductora, simpática y dueña de un carisma especial, habla de cómo interpretó a una adolescente anoréxica en “Abzurdah”, de las escenas de sexo y de sus obsesiones.

 

Eugenia sonríe casi siempre. Apenas se pone un poco más seria con alguna pregunta, pero eso es excepcional. E incluso cuando se incomoda un poco, apuesta al respeto y la elegancia para responder. Con apenas 23 años, la actriz y modelo –faceta que no está en su vocación, pero a la que su belleza y su oficio la llevaron naturalmente– se muestra como una mujer adulta y, sobre todo, muy profesional. Será porque, a diferencia de la mayoría de las chicas de su edad, ella ya es madre: de Rufina (a punto de cumplir 2 años), fruto de su amor con el también actor Nicolás Cabré. O será porque lleva más de la mitad de su vida trabajando y eso la hizo tomar responsabilidades y actitudes de manera precoz. También, dice que hay algo de la pasión y el compromiso con la profesión que eligió que la hace ser de esta manera. “No conozco otra y me gusta hacerlo así”, confirma la ex Teen Angel que acaba de debutar en cine con un papel mucho más jugado que todos los que le había tocado hasta ahora: ponerse en la piel de una chica anoréxica en “Abzurdah”, el film de Daniela Goggi basado en el libro autobiográfico de Cielo Latini que hace una década batió récords de venta –y aún sigue editándose– entre las jóvenes y que cuenta los padecimientos alrededor de la alimentación y el amor de una adolescente.

 

–Es tu debut en cine después de doce años dedicada a la televisión. ¿Cómo fue ese cambio?
–Debo decir que todo el equipo, especialmente mis compañeros actores y la genia de la directora, realmente me ayudaron mucho. Porque tuve que, de alguna manera, resetearme para volver a cero y cambiar el chip. Tuve que repensarme: yo hablo muy rápido y hago mil gestos por segundo. Y en el cine eso no va, porque justamente se trata de que cada gesto, cada mirada y cada respiración cuentan algo. Hice todo un trabajo con una actriz, Andrea Garrote, que me entrenó. Y escuché mucho a todos.

–¿Cómo fue la preparación en cuanto a los cambios físicos? Tuviste que adelgazar varios kilos para tener el phisique du rol
–Sí, lo hice con mucho cuidado y con el seguimiento médico, por supuesto. La verdad es que no me costó mucho porque sabía que era transitorio el esfuerzo y que después iba a volver a comer. Lo tomé como un desafío porque realmente quería hacer esta película.

–¿Alguna vez padeciste por tu peso o tu figura?
–Yo por suerte nunca tuve una obsesión por ser flaca. Siempre tuve un cuerpo más bien voluptuoso, sobre todo cuando era adolescente… Tuve como una explosión: se me desbordó todo. Pero nunca me sentí mal con eso. Al contrario, era mi cuerpo y así lo acepté: siempre me sentí bien con lo que tenía y jamás me preocupó tener determinada figura, si no que estaba bien con lo que tenía. Porque nunca quise ser modelo y entonces no tenía la necesidad de estar acorde a un tipo de cuerpo ideal. Si bien trabajaba y trabajo con mi cuerpo, nunca me exigieron ser flaca para actuar.

–¿Habías tenido experiencias cercanas de amigas con anorexia?
–No conocí ningún caso grave. Al menos no entre mis amigas más cercanas, que son las de toda la vida y con las que transité la adolescencia. Pero cuando empecé la película y comentaba lo que estaba haciendo, me sorprendió que fuera un tema con mucha llegada, porque todo el mundo me decía que conocía a alguien que la padecía.

–¿Eso te generó mayor responsabilidad a la hora de encarar el papel?
–Siempre lo supe, pero a partir de eso me di cuenta de que era un problema mucho mayor y que parecería que con el paso de los años y en esta sociedad de tanta exposición en la que vivimos hoy ha empeorado. Realmente creo que no tenemos conciencia de la gravedad que tiene y de la cantidad de chicas a las que afecta.

 

UNA CHICA PRECOZ
María Eugenia “China” Suárez –apodo que se ganó por tener una abuela japonesa– nació y se crió en Buenos Aires. Tenía apenas diez años cuando debutó en televisión de la mano de Cris Morena en “Rincón de luz”. “Fue la mejor escuela profesional que pude haber tenido: ahí aprendí todo, porque la manera de trabajar es perfecta. Yo soy medio ‘obse’ y me encanta estar en todo. Pero además así me lo enseñaron: me ocupo de colgarme mi ropa, de ordenarla, de estar lista y hasta de la continuidad. Estoy súper agradecida”. Fueron muchos años de su mano; y también la llegada de la popularidad con “Casi Ángeles”, donde su personaje de Jazmín Romero la convirtió en ídola de las y los adolescentes de la Argentina, pero también de América latina y de países como Israel y hasta Rusia. Después vinieron las tiras en prime time y ahora, con 23 años recién cumplidos, el cine.

–Por primera vez te mostrás en escenas de sexo, ¿cómo fue la experiencia?
–Les tenía mucho miedo realmente, pero gracias al trabajo previo pude sacarme la presión de encima que implican esas escenas y no estar con la cabeza ahí. Porque realmente no es lo más importante de la película y no quería que se convirtiera en: “Bueno, ahora te vas a poner en bolas y todos están pendientes de vos…”. Y todo el equipo ayudó a que nos sacáramos esa presión encima y realmente pude hacerlas como si fueran otras escenas más de un gran trabajo que es un conjunto.

–Está bien, pero sabés que no son como el resto y que hay algo de ese morbo básico de ver a la China desnuda…
–Bueno, no dejaba de pensar: estoy en bolas y el país me va a conocer la cola, pero la verdad es que no es en absoluto el eje de la película. En serio. Es una historia muy pero muy fuerte, con cosas realmente dramáticas y sensibles, que está súper bien dirigida y trabajada desde la imagen. Es una gran película y verme la cola a mí no es con lo que se va a quedar el público después de verla. Porque lo que dice y lo que muestra supera eso.

–¿David Bisbal ya la vio? ¿Qué creés que va a decir cuando la vea?
–(No le gusta mucho la pregunta) Nada. No creo que diga nada. Y no lo hago pensando en qué va a decir nadie y seguramente le va a gustar, porque la película está buenísima.

–¿Te gustaste en el resultado final de la película?
–Yo soy muy autocrítica y nunca me voy a ver y voy a decir que estuve espectacular. No me veo y digo: “La rompí”. Uno siempre tiene que pensar que podría haber estado mejor, pero eso no significa que yo no me acepte o no me tenga confianza como actriz. Sino que creo que esa es la única manera de crecer y de seguir preparándose. De todas maneras, la película me encantó y estoy muy contenta con el resultado.

–El slogan de la película es “El amor duele”. ¿El amor duele?
–Obviamente que cuando uno se separa, eso duele. Es la ley de la vida. Pero yo creo que el amor no debería doler, en general, sino todo lo contrario. Al menos yo nunca lo viví así, con sufrimiento: cuando creí que iba a sufrir me fui; cuando no estuve bien y feliz, me fui. Creo que está en uno decidir algunas cosas y yo siempre sentí que me fui a tiempo. Por ahí, ese es el caso de la película, cuando uno es adolescente tiende a exagerar muchísimo todo y no encuentra otra salida. Y eso afecta mucho a la seguridad personal y a la autoestima.

–En el caso del personaje, es una chica devastada por una relación con un novio mayor que desata un sufrimiento terrible.
–La película está contada desde la versión de ella y, en este caso, el personaje del novio aparece como el culpable del horror que ella vive. Pero yo siempre digo que las cosas, aunque uno las viva desde un lado, tienen dos miradas: siempre en cualquier caso hay que escuchar las dos campanas, porque si no, uno se queda con una versión distorsionada de lo que pasa.

 

CHINA MAMÁ
–Ahora que sos madre y pensando en este papel, ¿de qué te gustaría proteger a Rufina?
–De todo. Como madre una siempre va a querer que no sufra, pero hay cosas que tienen que pasar y yo en todo caso voy a estar ahí para acompañarla. Cada momento igual cambia, cada época es diferente, y los conflictos o los riesgos son distintos. Hay padres que quieren que sus hijos tengan una vida como la suya. No es mi caso. Yo quiero que ella sea feliz y que haga lo que quiera para lograrlo.

– ¿Sos de las madres que quieren que se críen ajenos a la tecnología y tengan una infancia más “natural”?
–No, yo creo que hay que ser cuidadoso, pero en mi caso yo elijo no restringirle la tecnología. Hay muchos que dicen que no, que la tablet no, que coman en la mesa y que no vean videos. Pero yo creo que las cosas cambian y van avanzando, y uno tiene que ir acompañando esa evolución. Yo a mi hija la dejo que vea videos, si ella esta entretenida y feliz, si se divierte… Obviamente, cuando sea más grande me va a encantar que haga algún deporte y la voy a incentivar a eso y no la voy a dejar que este todo el día sentada en la computadora. Pero creo que hay que estarles muy encima. Yo creo que voy a ser así, porque conmigo fueron así. Yo nací en 1992, así que ya tenía Internet en mi casa y me estaban muy encima: siempre que estaba en la compu, estaba mi mamá al lado o me ponían límites. Yo crecí con la tecnología. Así que no me da miedo eso.

 

EUGENIA POR LA CHINA
Mascota: perros (tiene un bulldog francés).
Hobbies: cantar y bailar.
Comida: milanesas con papas fritas.
Actitud: ser positiva y disfrutar de la vida.
Obsesiones: buscar la perfección y dar lo mejor.
Gustos: ropa, zapatos, carteras, accesorios, cremas y maquillaje.

 

 

Texto: Paula Bistagnino.
Fotos: Carlos Alfano y prensa.