Aunque estemos a cada rato con el bálsamo, los labios igual sufren las inclemencias del tiempo. En invierno, a medida que bajan las temperaturas, la boca empieza a lastimarse y dada la sensibilidad de la zona, se dificulta su tratamiento.
Los labios necesitan algo más que hidratación externa. Es una zona en la que también se acumulan células muertas e impurezas y los pellejos que se forman (¡y que luego nos quitamos y lastimamos!) son consecuencia de la falta de exfoliación. Como la de los labios es un tipo de piel muy delicada, su tratamiento es diferente al resto de la cara. Lo que siguen son opciones sencillas para poner en práctica. En todos los casos, luego de la exfoliación, aplicar un bálsamo, para formar una barrera protectora y mantener la humedad de los labios.
Café. Mezclar una cucharadita de aceite de oliva con café y sal. Aplicar con un algodón o con los dedos (bien limpios), dejar actuar de 5 a 10 minutos y enjuagar.
Azúcar. Es un exfoliante natural que, en el caso de los labios, debe usarse con cuidado y nunca solo. Mezclar con un poco de aceite de oliva, hasta obtener una pasta, aplicar y masajear varios minutos, no más de 5. Enjuagar con agua tibia.
Bicarbonato de sodio. Mezclar partes iguales de bicarbonato y agua. Aplicar y frotar suavemente, dejar actuar 5 minutos y enjuagar con agua tibia. Controlar que se haya eliminado todo el exfoliante, porque los restos podrían irritar los labios.
Miel. Mezclar miel con aceite de almendras y azúcar negra hasta formar una pasta. Untar los labios y frotar suavemente, durante pocos minutos. Enjuagar con agua tibia.
Limón. Exprimir un limón y mezclar el jugo con azúcar y miel. Frotar los labios durante unos minutos y enjuagar con agua tibia.