Al principio, la actuación para Gabriela era un juego. Si bien arrancó desde muy pequeña –a los 4 años–, no fue hasta su adolescencia que se cuestionó si esto era en realidad lo que ella había elegido. Con el tiempo, llegó a la conclusión de que si tenía un don, debía hacerse cargo de él y perfeccionarlo, porque si no, sería un pecado. Entonces, comenzó con su formación.
Nació en Uruguay, pero ya hace mucho que vive en la Argentina. Su primer casting fue para el programa Música en Libertad Infantil. Ese fue el puntapié inicial de una cadena que no termina: Rosa de lejos, Alta Comedia, Los machos, Gasoleros, Culpables, Para vestir santos y El puntero, en televisión; El exilio de Gardel, El buen destino y Las viudas de los jueves, en cine; La Gaviota y Hamlet, la metamorfosis, en teatro. Ahora, a los 48 años, se prepara para su próximo estreno, y entiende que lo más difícil y lo más lindo de su trabajo es lo mismo: “Crecer como actriz y manejar la carrera”.
–¿Qué pros y contras proporcionan a una actriz los avances tecnológicos?
–Ahora con internet uno puede investigar más rápido muchas cosas para contar su personaje. Además, los micrófonos son geniales, pero a veces te pueden jugar una mala pasada porque uno puede caer en hablar tan bajo, que ni el sonidista te escucha. En teatro sólo me gusta usarlos de apoyo.
–¿Cómo lidiás con el minuto a minuto?
–El minuto a minuto es un problema del productor. Con un buen libro, un buen director y buenos actores, se hace lo mejor posible. Uno quiere que su programa siempre sea exitoso y que la gente lo vea. Yo trato de concentrarme y lograr calidad.
–¿Cómo te imaginás de acá a 20 años?
–Sólo tengo metas cortas: me gusta hacer grandes personajes y contar historias en la medida que pueda hacerlo, ese es mi objetivo. Todo el tiempo intento investigar sobre la actuación, para crecer y no ponerme burguesa en ese aspecto, trato de seguir el camino del artista.
–¿Cuán importante es tener química dentro de tu equipo de trabajo?
-Es importante. Solo en climas relajados uno puede jugar mejor este juego y si hay tensión, hay que trabajar con lo que hay. La química tiene que ver con crear juntos y contar la misma historia.
–¿Cuáles son los desafíos más grandes que tuviste que enfrentar en tu carrera?
–Hamlet, la obra que todos los actores queremos representar, fue un desafío. No podés hacer una obra de William Shakespeare y seguir siendo el actor que eras antes. Es un gran autor, que te hace atravesar el límite propio. Y ahora, que el próximo es Macbeth, tengo otro desafío.
–¿Qué otras actividades te gusta hacer?
–Cuando no estoy ensayando, estoy lidiando con lo cotidiano. Todo eso que hacemos las mujeres, que tenemos cinco manos y otras cosas. Pero no hago nada específico, no tengo hobbies.
Texto: Dolores Caviglia