La visita al pediatra
Con el comienzo de las clases se impone una revisión general para evaluar el estado de salud de los chicos. Además, en el colegio suelen pedir un apto físico para las clases de Educación Física y es el momento de gestionarlo. Durante la visita, el pediatra realizará al niño una revisión clínica que incluirá:
* Verificación del peso y la talla para ver que los valores sean acordes a su edad.
* Control de la presión arterial (hay chiquitos que por causas genéticas son hipertensos desde la infancia).
* Evaluación respiratoria y cardiológica.
* Revisión osteoarticular para detectar a tiempo, entre otros, problemas de columna como escoliosis o sifosis, pie plano o rodillas muy juntas.
* Constatará que se le hayan aplicado las vacunas que figuran en el calendario oficial. Por otra parte, el profesional está al tanto de las novedades y, de ser necesario, indicará la aplicación de alguna que se ha incorporado recientemente.
* Es conveniente que pida un estudio similar a una audiometría llamado “Potenciales evocados auditivos” para verificar que el niño oye bien y sugerirá un control oftalmológico, ya que un niño que no oye bien o no distingue con facilidad lo que su maestra escribe en el pizarrón mal, suele presentar problemas de aprendizaje.
Si el médico detectara algún síntoma que llame su atención, pedirá una interconsulta con algún especialista.
También, por medio de un detallado interrogatorio, verificará que la alimentación sea la adecuada a su edad y a la actividad que realiza.
Ojos sanos
En condiciones normales, lo ideal es llevar a un niño a la primera consulta cuando ingresa a preescolar, porque esto permitirá detectar lo antes posible problemas que luego en la primaria pueden traer complicaciones de aprendizaje.
Los defectos visuales más comunes son la miopía, el astigmatismo y la hipermetropía, todos ellos corregibles con el uso de anteojos. Claro que el tema es que los chicos quieran usarlos, pero hay que explicarles lo importante que es para su aprendizaje y mostrarles que existen modelos lindos y cancheros, especialmente pensados para chicos. Otros problemas que pueden llegar a detectarse son las desviaciones esporádicas o latentes que se tratan con lentes o con ejercicios visuales y ciertos casos de alergias.
Comer y estar fuertes
La dieta ideal para un buen desarrollo escolar deberá ser mixta, equilibrada y lo más natural posible. Debe contener verduras, cereales, fruta y carne vacuna, de pollo o pescado sin demasiado contenido graso.
Hay que evitar, o al menos moderar, la ingesta de la considerada “comida chatarra”, las golosinas, las gaseosas… (es decir los alimentos que contengan mucha grasa y azúcares). También es aconsejable que se acostumbren a tomar bebidas para calmar la sed, que no tengan sabor (por ejemplo: el agua mineral), porque así se evita que tomen cantidades desmesuradas de líquido simplemente por su sabor. Además, conviene saber que en ciertos casos, los componentes químicos de algunos jugos artificiales o gaseosas pueden llegar a generar alergias. Obviamente que evitar no significa prohibir; hamburguesas, papas fritas, golosinas y gaseosas están bien en un cumpleaños, pero no debería ser el almuerzo o cena durante la semana.
Otro punto que vale la pena resaltar es la importancia que tiene el desayuno, ya que esta primera comida del día le brindará al niño toda la energía necesaria para empezar su jornada escolar. Un buen ejemplo sería: leche sola, con cereales, té o café (salvo que el médico opine lo contrario), algún jugo natural, cereales, tostadas, manteca y mermelada.
Cuidado con los niños “monotemáticos” ( los que no comen otra cosa que milanesas con puré o que prefieren los fideos porque son blanditos y ellos son “vaguitos para masticar”). A pesar de berrinches y protestas hay que ir introduciéndoles (muy de a poco) otros alimentos y sabores, presentando los nuevos platos de una manera atractiva y colorida. A la larga y con paciencia, se obtienen buenos resultados.
Texto: Adriana Aboy.
Foto: Istockphoto.