«Realmente es una gran emoción la que siento, es un sueño cumplido. Creo que hacer esta serie es algo que Sandro se merecía», dice la mujer que fue la única esposa de uno de los hombres más deseados de la Argentina y de América, idolatrado por cientos de miles de personas. “En mi casa ese personaje no existía. En mi casa Sandro estaba guardado en un placard y vivía Roberto Sánchez. Pero no porque yo le dijera sino porque él era así: una persona a la que le gustaba llevar una vida familiar y tranquila, con las preocupaciones y problemas de todos, igual que todos nosotros. Una persona común”, cuenta la mujer que sin ser una fanática ni mucho menos, sin buscarlo y casi sin quererlo incluso cuando él quería, enamoró al ídolo.
-¿Invitaron a “las nenas” a ser parte también, no?
-Sí, sí, yo siempre tuve un vínculo con ellas, cada cumpleaños cuando venían a casa. El disfrutaba cada año esa incógnita de qué iba a pasar esa vez. Ellas hicieron gran parte de su historia y de sus éxitos, esto es así. Por supuesto que no niego su talento y su carisma, pero ellas hicieron mucho por él. Y él las cuidaba y las respetaba. Así que desde que él no está, yo lo hago.
-¿Cómo te enamoraste de él?
-Fue toda una historia, porque yo trabajaba con Aldo Aresi y un día lo vi de casualidad. Porque bajé para darle algo cuando él lo pasaba a buscar para irse a Rosario. Y unos minutos después me suena el teléfono y escucho una voz que me dice: “Tengo un beso encadenado entre mis labios y la llave de ese beso está en tu boca”. Y yo medio que me quedé pero le dije gracias y corté pensando en que se había equivocado. Y me volvió a llamar. La frase era hermosa pero yo no sabía bien qué hacer. Después empezaron periódicamente los llamados y yo no sabía qué hacer. Porque él era muy famoso. Y bueno, me costó y él siempre después me hacía chistes.
-¿No eras fanática?
-No, la verdad que no. Encima a los 17 años yo había ido a verlo a San Lorenzo con mi hermano, porque en esa época era sí que no te dejaban ir sola, y estaba en la grada y recibí un cachetazo. Siempre se lo contaba a él. Yo después no quería ir más. Imaginate.
-¿Vos le pediste casarte?
-No, yo le dije que no tenía necesidad de casarme realmente. Porque no lo sentía. Y él quiso casarse. Y bueno, fue muy lindo también sellar nuestro amor así.
-¿Cómo era Sandro?
–Yo habló de Roberto, mi esposo. De Sandro no puedo hablar, me suena extraño cuando lo escucho. Roberto estaba en mi casa, y Sandro en la gente. Sandro era un sol, tenía un humor hermoso y era muy temperamental.
-¿Qué es lo que más extrañás?
-Y un poco todo. Ahora ya han pasado muchos años, pero fue muy difícil al principio. Por suerte tengo una familia y amigos hermosos. Pero estar en la casa sin él. Además fue muy duro el último tiempo, los últimos años. Y también salir de todo eso fue difícil. Hacer el Museo fue de alguna manera algo que ayudó después porque además él era muy agradecido de su público: él quería hacer un gran recital en la 9 de julio gratis que no pudo hacer… Bueno, yo desde mi lugar hago todo lo posible para que aquellas personas que lo quisieron mucho puedan conocer y seguir siendo parte de su universo.
-¿Fuiste vos la que le dijo que ya no podía cantar más?
-Los médicos, el representante, yo también. Ya en los últimos recitales le decíamos que ya no podía cantar más, pero él quería seguir… Dio todo por la música.